La más codiciada presea para preservar la memoria histórica y exaltar a las víctimas entró en franca decadencia. Un símbolo huilense contra la corrupción y el narcotráfico, declina hacia la extinción.
RICARDO AREIZA
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La ‘Orden Rodrigo Lara Bonilla’ entró tristemente en decadencia. La honrosa distinción, creada hace 37 años para honrar la memoria histórica del ex ministro d Justicia, asesinado por la mafia el 30 de abril de 1984, viene de capa caída desde hace varios años.
Por cuarta vez, la conmemoración del trágico fallecimiento ha sido aplazada como ocurrió el año pasado por la pandemia. En el 2011 no se impuso por descuido.
Otras veces, se frustró porque comenzó a organizarse fuera de tiempo, producto de la improvisación.
Este año, tampoco se impondrá, por las mismas razones. Además, por la pandemia.
El Consejo de la Orden, nunca se reunió, pero a última hora se programó para hoy a las 5:00 p.m. una misa en la Catedral La Inmaculada.
Doloroso pero cierto. Además de luchar contra la impunidad, ahora se enfrenta otro cruel desafío para sobrevivir en la memoria colectiva, en medio de la indiferencia.
Símbolo mundial
En el 2016 no hubo ofrenda floral en el cementerio Jardines El Paraíso. La exhumación de los restos óseos de Lara Bonilla, ordenada por la Fiscalía, obligó al Consejo de la Orden a suspender el acto protocolario.
Aunque la familia del Ministro asesinado indicó que no valía la pena hacer la ofrenda en una ‘tumba vacía”, la realidad, es que terminó reforzando la decadencia de la presea, que en cada aniversario, paralizaba al país y era un obligado punto de referencia nacional. Hoy ni siquiera se menciona.
Desde su creación el 28 de diciembre de 1984 la distinción se convirtió en un símbolo mundial contra el narcotráfico, la primera creada en ese contexto.
Pero también se convirtió en una codiciada presea para exaltar a personas o instituciones nacionales e internacionales destacadas por el recto ejercicio de la justicia, la rehabilitación de drogadictos y los esfuerzos por consolidar la paz. Y desde luego en la única medalla para redignificar a las víctimas.
La condecoración, creada por la Asamblea del Huila por iniciativa del gobernador Antonio José Villegas Trujillo, se convirtió en un símbolo contra el olvido, en un vehículo patriótico para preservar su memoria histórica y rescatar su legado, aún vigente en su lucha frontal contra la corrupción, la recta impartición de justicia y la macro criminalidad.
Y se convirtió de hecho, en uno de los primeros gestos para la dignificación de las víctimas y la construcción de memoria histórica, asociada con el derecho a la verdad, la reparación simbólica y las garantías de no repetición.
En segundo plano
Sin embargo, esta vez, como ha ocurrido en otros años, la emblemática celebración, pasó a segundo plano y está en vías de extinción, como ocurrió con el concurso nacional de Investigación Jurídica, organizado conjuntamente con el Tribunal Superior de Neiva y el Colegio de Abogados del Huila. Murió por inercia.
La condecoración, como el concurso, fueron institucionalizados mediante Decreto 1102 de 1984 para preservar la memoria histórica del aguerrido Ministro de Justicia que desafió en solitario a las poderosas mafias del narcotráfico. Y terminó asesinado por la mafia, con la complicidad de sus propios escoltas, agentes de seguridad del Estado y políticos de extrema derecha.
El primero en recibirla fue el ex ministro de Justicia, Enrique Parejo González, víctima de un atentado criminal en Budapest, siendo Embajador en Hungría.
Parejo, fundador del Nuevo Liberalismo con Galán y Lara, lo sucedió en ese cargo y heredó sus banderas contra la criminalidad.
Al día siguiente de su posesión asumió con el mismo coraje el legado de su antecesor, sacrificado por sicarios de Pablo Escobar, entonces jefe del poderoso Cartel de Medellín.
Parejo, consecuente con esa misión, autorizó las primeras extradiciones contra los capos del narcotráfico lo que originó el atentado criminal al que logró sobrevivir. Recibió cinco impactos de pistola, el primero en la cara que le destrozó el maxilar inferior.
El atentado fue perpetrado el 13 de enero de 1987 en Budapest por cuatro sicarios extranjeros contratados por Pablo Escobar.
Exaltados
La medalla, fue impuesta a entidades como Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) por los programas de desarrollo alternativo, que privilegiaba la sustitución de cultivos ilícitos antes que el glifosato; el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, al Comité Internacional de la Cruz Roja, la Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional y la Organización de Naciones Unidas.
Varios presidentes colombianos recibieron la condecoración como César Gaviria y Virgilio Barco Vargas. Y ministros de Justicia, como Enrique Low Murtra, (asesinado por la mafia el 30 de abril de 1991), Enrique Parejo, Fernando Hinestrosa Forero y Carlos Eduardo Medellín. Además, los fiscales, Alfonso Valdivieso y Alfonso Gómez Méndez;
Los obispos Isaías Duarte Cancino asesinado en Cali; Luis Augusto Castro, obispo de San Vicente y presidente del Episcopado, al sacerdote Javier de Nicoló y al sacerdote Francisco de Roux
Los aliados
Y por supuesto, que también, en reconocimiento a las víctimas, se le impuso en forma póstuma al coronel de la Policía, Valdemar Franklin Quintero, el aliado de Lara Bonilla en la lucha contra el narcotráfico y al coronel Jaime Ramírez Gómez, quien desmanteló a ‘Tranquilandia’, el más grande complejo de producción de coca y al general Rosso José Serrano por la lucha contra el narcotráfico.
Igualmente se confirió al director de El Espectador Guillermo Cano, al editor de El País, Gerardo Bedoya Borrero y la periodista María Jimena Duzán.
En el 2015 la distinción la recibió el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus por sus proyectos de cultura ciudadana y el periodista Daniel Coronell. Además, el Hogar Sagrada Familia de Neiva.
En el 2016, recibieron la distinguida presea, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), dedicada a la promoción de la seguridad y justicia en la lucha contra la delincuencia trasnacional, el narcotráfico y el terrorismo.
Las Madres de Soacha por su incansable lucha contra los falsos positivos; el soldado profesional, Reynaldo Ceballes Artunduaga, uno de los expertos antiexplosivos, dedicado a descubrir y desmantelar minas antipersonas especialmente en zonas de conflicto. Además la recibieron los magistrados Eyder Patiño, ex presidente de la Sala de Casación Penal y los dos magistrados huilenses de la Justicia Especial para la Paz (JEP) Raúl Eduardo Sánchez y Jesús Ángel Bobadilla.
Ahora, después de 37 años del magnicidio sin castigo, la distinguida presea que le dio realce al Huila y reivindicó a las víctimas, también como ellas, lucha contra el olvido. ¿Sobrevivirá?