La Nación
Las cabalgatas: ¡O se acaban o se acaban! 1 6 septiembre, 2024
COLUMNISTAS

Las cabalgatas: ¡O se acaban o se acaban!

Me perdonarán los caballistas y sobre todo los jinetes que cuando cabalgan encuentran cuan poderosos y superhombres pueden llegar a ser. No afirmo que todos los jinetes tengan esa condición de prepotencia y desconsideración con estos seres sintientes; muchos campesinos humildes tratan y utilizan a los caballos con consideración, como medio de carga o transporte en las necesidades de su oficio.

Me refiero sobre todo a esos riquillos prepotentes de la cultura mafiosa y discriminadora, los del submundo arribista o los del “Usted no sabe quién soy yo”, de esos avasalladores de los pueblos, de esos herederos de los cuatro jinetes del apocalipsis: los que se creen herederos de la “autoridad sobre la cuarta parte de la tierra para matar con espada, con hambre y con pestilencia y con las fieras de la tierra” (Apocalipsis).

Son los mismos herederos de siniestros personajes que se van sintiendo dueños y amos de la vida y del destino de los que consideran parias o clases inferiores. Cuentan los poetas e historiadores mexicanos que “los caballos eran fuertes, los caballos eran ágiles (Santos Chocano) y que ellos no tenían la culpa que sus jinetes desde estribos rutilantes no se bajaran delante de los indios”. Sólo un tiempo después, cuando ya estaban apresados, invadidos y conquistados, descubrieron que caballo y jinete no eran la misma cosa y que sus asesinos y despojadores no eran dioses ni centauros.

No conozco el primer jinete de estos que no sea violento, que no sea prepotente con el prójimo y desconsiderado con los mismos animales. Tienen el mismo talante del caballista de marras, el que ayer tuvo de soporte la cabeza del hijo de su capataz para hacer sus peripecias desde su caballo de paso fino, el que gira en el eje de “Jorgito su empleado”, el que ahora tiene de poste para sus acrobacias caballísticas la cabeza del jugador Yerry Mina.

¡Qué humillación! ¡Qué ignominia! en la que insiste el paisa conquistador, despojador y blanqueador. Recuerdo con paráfrasis al humorista colombiano Gabriel Murillo cuando en su stand up comedy dice que el problema no pueden ser los caballos sino lo jinetes y que en cuanto se sube a uno de esos caballos le dan ganas de desaparecer gente, de gritar “trabajen, vagos” y de vociferar: “Petro guerrillero H.P”.

Por último: ¿Qué pensar de los insistentes apóstoles de la causa de las cabalgatas? El mensaje de nuestro Concejo de Neiva y especialmente de un buen grupo de animalistas es: “o se regulan o se acaban”. Pues les recuerdo que las cabalgatas ya han estado reguladas, pero todo se ha quedado en letra muerta, como muertos quedan tantos caballos después de las extenuantes y desconsideradas cabalgatas, las que solo sirve para mostrar la prepotencia de los jinetes de la cultura mafiosa y de los tiempos del apocalipsis.