En esta tribuna siempre habrá espacio para recordar a las víctimas de una de las peores tragedias que ha sacudido a la capital del Huila: el atentado terrorista en el barrio Villa Magdalena, IV etapa, en el norte de la ciudad. Esta semana se cumplieron 21 años de este infausto suceso.
A comienzos de la década del 2000, la entonces guerrilla de las Farc pretendía matar al entonces presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, y se ideó un plan demencial para derribar el avión presidencial a su llegada a Neiva, atestando de explosivos una vivienda. Por aquella época, comandaban la columna Teófilo Forero de las Farc guerrilleros como ‘El Mocho’, ‘James Patamala’, ‘El Paisa’, entre otros. Fueron ellos quienes en su mente criminal planeaban y concretaban toda clase de hechos despiadados con los que buscaban someter a las autoridades y a la sociedad huilense.
En la madrugada del 14 de febrero de 2003, la Policía y la Fiscalía General de la Nación descubrieron la macabra intención y ubicaron el lugar. Como es bien sabido, los terroristas, al verse sorprendidos, activaron la casa. Hubo 16 muertos, entre ellos 9 policías, la fiscal que dirigía la diligencia y seis civiles. 66 personas más resultaron heridas. La poderosa onda explosiva dejó cuatro viviendas totalmente destruidas y 74 más afectadas.
Fue un momento horroroso el que vivió Neiva. Vidas acabadas, sueños truncados e historias desvanecidas en un abrir y cerrar ojos y todo por cuenta de un episodio demencial, que más de dos décadas después la ciudad no olvida.
Aunque la guerrilla de las Farc como tal desapareció y sus máximos líderes ostentan hoy dignidades en el Congreso de la República producto del acuerdo de paz firmado en 2016, estos aún no les ofrecen a las víctimas una reparación integral, comenzando por pedir perdón y contando la verdad sobre este y otros hechos que le mostró al Huila le peor cara del terrorismo.