El escritor e historiador Reynel Salas Vargas se suma a las crónicas, entrevistas y análisis que viene publicando LA NACION con motivo de la celebración de los 400 años de la tercera y definitiva fundación de la Ciudad de Neiva. Neiva: comercio y sede pontificial El escritor e historiador Reynel Salas Vargas se suma a las crónicas, entrevistas y análisis que viene publicando LA NACION con motivo de la celebración de los 400 años de la tercera y definitiva fundación de la Ciudad de Neiva. Reynel Salas Vargas Especial LA NACION
El casco urbano de Neiva a mediados del siglo XIX La descripción que el periódico “El Alto Magdalena”, editado en Neiva el 1° de marzo de 1856, es decir hace 156 años, hace sobre la ciudad, señala que ésta tenía, en ese momento, más de 4.000 habitantes. Además, que el casco urbano estaba distribuido simétricamente en 4 barrios con más de 600 casas, entre ellas 6 de dos pisos. Advierte, también, que del total de casas, unas 50 tenían cubierta de teja de barro y el resto eran pajizas arregladas. Según la descripción, el área de la ciudad tenía cerca de 1.000 metros de largo en la dirección Norte-Sur y otro tanto de ancho en sentido Este-Oeste, lo cual arroja una superficie de 100 hectáreas. Con base en la información suministrada por “El Alto Magdalena” y otros documentos, el arquitecto Armando Saavedra Perdomo, candidato a Magister en Historia por las universidades Nacional y Surcolombiana, elaboró el plano que ilustra este artículo. Dicho plano forma parte integral de la investigación “Historia del Crecimiento Urbano de Neiva”, tema de la tesis de grado del doctor Saavedra, así como del documento que escribió para la “Historia Comprehensiva de Neiva, 400 Años”. Este es un proyecto que ha liderado la Academia Huilense de Historia durante los pasados 18 meses, y que contó con la financiación de la Alcaldía Municipal, con la certeza que el texto final, de más de 2.500 páginas se publique durante la celebración de la cuarta centuria de la fundación definitiva de la ciudad. Neiva: crecimiento constante con base en el comercio Durante la segunda mitad del siglo XIX Neiva creció con rapidez. El elemento dinamizador del desarrollo de la ciudad fue el comercio. Este se activó gracias a las exportaciones de quina, caucho, añil, tabaco, ganado, pieles y sombreros Suaza o Panamá, productos y bienes que animaron el puerto de Caracolí y el Camino Real hacia Bogotá. El comercio, promovido por cerca de una decena de casas exportadoras e importadoras, enviaban los productos de esta parte del Alto Magdalena a los mercados externos e introducían telas, alimentos, bebidas, medicamentos, herramientas y otros bienes, como papelería y útiles propios para la educación. La dinámica de crecimiento de Neiva fue de tal magnitud que, a partir de la creación del Estado Soberano del Tolima, en 1861, pero fundamentalmente con ocasión de la aprobación de su primera constitución política, en 1863, la ciudad fue considerada la capital lógica del naciente Estado y, como tal, ejerció durante buena parte de su existencia, la que concluyó en 1885. Con motivo de la derrota del proyecto federalista, la cual dio vía libre al centralismo establecido en la Constitución de 1886, Neiva fue la capital de la Prefectura del Sur y en ocasiones del Departamento del Sur, -denominaciones con que se conoció un mismo territorio, el que se ubica en el extremo sur del Alto Magdalena-, entidades administrativas pertenecientes al Departamento del Tolima, cuya capital era Ibagué. Neiva: sede de la Diócesis del Tolima La experiencia política y administrativa alcanzada por los habitantes del Alto Magdalena durante la segunda mitad del siglo XIX, desde Honda hasta San Agustín, consolidó el concepto de identidad cultural de esta región y de autonomía en todos los órdenes de la vida pública. Haciendo eco a estas circunstancias, durante los primeros años de la última década del siglo XIX comenzó a agitarse, desde Neiva, la necesidad de convertir este amplio territorio en una diócesis. El propósito era que la vida religiosa de todos sus pueblos se manejase unificadamente desde esta ciudad, pues, a lo largo de la Colonia y primeros años de la República, lo que hoy es el actual departamento del Tolima y la parte norte del actual Huila dependían de Arquidiócesis de Bogotá, y el sur y occidente del actual territorio huilense obedecía al arzobispo de Popayán. Según Díaz Jordán, los primeros en hablar sobre el tema de la Diócesis del Tolima fueron los sacerdotes Rudecindo María y Heraclio Castillo. Ellos, a través de su periódico “La Buena Nueva”, publicado en Neiva, comenzaron a promociona la conveniencia y necesidad de una diócesis para el Alto Magdalena. La iniciativa, promovida entre los años de 1882 y 1884, cuando aún estaba vigente el Estado Soberano del Tolima, fue llevada a la práctica en 1894. Ese año se expidió el Decreto Consistorial del 30 de agosto, el cual fue ejecutado el 22 de enero del año siguiente. En dicho decreto el Sumo Pontífice manda, en primer lugar que “la ciudad de Neiva, situada casi en el centro del territorio tolimense e ilustre por muchos títulos, sea elevada a ciudad Episcopal, con los derechos, honores y prerrogativas de que usan otras ciudades engrandecidas con Sede Pontificial, y sus ciudadanos, en la República de Colombia” (DIAZ JORDAN; Jenaro. Proceso Histórico de Pueblos y Parroquias de la Diócesis de Garzón. Neiva. 1959. P. 297). Así las cosas, la Inmaculada Concepción, patrona de Neiva, fue a partir de ese momento la patrona de toda la diócesis; y el templo la ciudad, ubicado en la esquina de la calle octava con carrera quinta, en la Iglesia Catedral de la Diócesis del Tolima; así como el presbítero Esteban Rojas Tobar en su primer obispo.