En la presente semana culminó el trámite legislativo para permitir el uso medicinal de la marihuana, quedando claro que no es legalización de la droga o la autorización al uso recreativo de esta. La norma aprobada en el Congreso reglamenta la producción, adquisición, importación, exportación, almacenamiento, transporte y comercialización, uso y posesión de la semilla de la planta de cannabis, sus derivados y los productos que lo contengan, con fines medicinales y científicos, con destino a pacientes con enfermedades graves o terminales y se puede aplicar para un dolor severo o espasmos persistentes por esclerosis múltiple, lesión de la médula espinal, dolor por cáncer y de artritis, infección por VIH y convulsiones de epilepsia, entre otros.
La medicina cannábica va más allá de lo que muchas personas creen, no se trata de enfermos de cáncer fumándose un “porro” para no sentir dolor, es un tema regulado, el tratamiento debe ser prescrito por un profesional de la salud y tanto el acceso a este medicamento como su aplicación deben estar bajo el monopolio regulador del Estado, con productos procesados y limpios, tan es así que las semillas de plantas de marihuana que se utilicen para estos fines deben ser cultivados bajo buenas practicas, libres de químicos, con controles de calidad. Está comprobado que el cannabis medicinal produce menos efectos adversos al organismo que la medicina convencional.
Me parece bien que el Congreso legisle en esta materia para estar a la vanguardia de las exigencias, avances y descubrimientos científicos, donde la normativa debe estar a tono con este mundo contemporáneo. En Estados Unidos hace rato se legisló sobre esta materia.
La presente ley será polémica pero tiene sustento científico. Aparecerán enemigos con argumentos especulativos que la marihuana es una sustancia alienante que hace perder el control sobre la voluntad del ser humano y otros que la marihuana ni siquiera es alucinógeno, pero ese no es el debate; se trata de permitir el uso de una planta que genera un medicamento que mitiga el impacto doloroso de enfermedades graves y terminales. Finalmente hay que buscar darle calidad de vida al ser humano hasta el último de sus días.