De cuanto publica LA NACION: noticias, opinión, publicidad, crucigramas, clasificados, edictos…, es claro que algunas cosas llaman más la atención de los lectores que otras. En general pocos se expresan sobre lo que les agrada y más bien se refieren a lo que no les gusta. Defensoría del Lector Marta Eugenia López B. Defensora del Lector LA NACION De cuanto publica LA NACION: noticias, opinión, publicidad, crucigramas, clasificados, edictos…, es claro que algunas cosas llaman más la atención de los lectores que otras. En general pocos se expresan sobre lo que les agrada y más bien se refieren a lo que no les gusta. Quienes lo hacen señalan errores ortográficos, que en el último mes han bajado mucho; otros indican que hay fallas gramaticales en la construcción de frases, errores de concordancia y uso indebido de gerundios. Uno que otro se ha referido a imprecisión, falta de veracidad, sensacionalismo y extemporaneidad en algunas noticias. Sucede que buena parte de quienes emiten sus quejas y conceptos, lo hace a través de otras personas vinculadas de alguna forma al periódico, a quienes solicitan que sus nombres no salgan a la luz pública. He ahí el por qué ni estos ni los de muchos de quienes son fuentes de información periodística, son revelados. En ambos casos se trata de establecer la intencionalidad de sus conceptos y la credibilidad de los mismos, antes de publicarlos. Imprecisión El 8 de febrero pasado en primera y penúltima páginas LA NACION informó sobre la detención de Jorge Luis García Lara, ex alcalde de Aipe, condenado a cuatro años de prisión por fraccionamiento de contratos. En la primera página decía textualmente: “La detención se produjo en el conjunto residencial “Portal del Campo”, donde reside” y en el párrafo inicial de la noticia que continuó en la página 31 (Al Cierre): “El ex alcalde de Aipe, Jorge Luis García Lara, condenado en diciembre pasado a cuatro años de cárcel por fraccionamiento de contratos, fue detenido ayer por orden de un juzgado de ejecución de penas”. Uno de los amigos de García Lara, quien solicitó la reserva de su nombre, expresó incómodo y molesto, que el hecho no se dio como lo dijo LA NACION en la edición del 8 de febrero.“A Jorge Luis no lo fueron a sacar de la casa. A él no lo detuvieron donde vive. ¿Imagínese usted como hubiera sido eso para sus hijos y lo que pudieron pensar las personas que así lo creyeron?- dijo. De acuerdo con el amigo, el hecho se dio de otra manera: “El mismo fue y se presentó voluntariamente ante las autoridades. Lo hizo en compañía de uno de sus hermanos y de dos amigos. Yo era uno de ellos. Después de haber estado con él en su casa, donde se despidió de su esposa y de sus hijos, nos vinimos juntos para el Palacio de Justicia. Los tres somos testigos de eso. Nadie fue a detenerlo. No hubo ningún operativo como seguramente creyeron algunas personas. Con esa forma de presentar la noticia pusieron a la gente a imaginarse cosas que no son, ni fueron verdad” y solicitó que lo aclarara en esta columna. Al preguntarle al periodista responsable de esta información sobre el origen de esta noticia, respondió: “Un funcionario del CTI entregó la información. Él me dijo: “Fuimos a la casa y lo cogimos”. En este caso, ahí estuvo el error: el periodista omitió la atribución a la fuente. De haberlo hecho, habría evitado que el periódico fuera cuestionado. En consecuencia, con esta forma de presentar la noticia dio la idea de que él fue testigo, que vio lo que escribió. En vista de que no fue así, debió escribir en primera página: “La detención se produjo en el conjunto residencial “Portal del Campo”, donde reside”, según informó un vocero del Cuerpo Técnico de Investigaciones –CTI. Y en la interior reiterar lo mismo: “…fue detenido ayer por orden de un juzgado de ejecución de penas”, de acuerdo con una fuente del CTI. Aviso publicitario Camilo Salas Ortiz, ávido lector, señala que el 8 de marzo, Día de la Mujer, encontró esta “perla” al final de un aviso publicado en una página política: “Mujer, con tu belleza, inteligencia y sabiduría, has transformado el mundo, mundo que hoy clama por tu generosa ayuda en el ahorro del agua, líquido vital como lo es tu maravillosa precencia”. La forma correcta de escribir esta última palabra es: presencia. La gerente Comercial de LA NACION explicó que la empresa que contrató el espacio lo envió escrito así, con ce. “Nos dimos cuenta del error, intentamos modificarlo, pero el aviso no se dejó abrir, estaba cerrado. Ante esto dimos aviso a la empresa y quien contrató el espacio le dijo a nuestra asesora comercial que como ya no había tiempo para cambiarlo, bajo su responsabilidad lo publicáramos así”. Por principio del periódico y por compromiso con los lectores, LA NACION debe procurar “a toda costa” que se corrijan los errores que se detecten en las páginas, para que no salgan a la luz pública. Es inadmisible que alguien externo (empresa o persona alguna) asuma una responsabilidad del periódico, en este caso la de escribir bien y procurar que cuanto en él se publique sea correcto. La decisión de darle vía libre al aviso con el error, fue equivocada. Al no poder corregir lo que era evidente que estaba mal escrito, el departamento Comercial debió, simple y llanamente, rechazar su publicación. Transcripción El mismo Salas Ortiz indicó que al leer nada más y nada menos que las respuestas de la destacada columnista y periodista Salud Hernández–Mora en la entrevista con el corresponsal en Gigante publicada el domingo anterior en la sección B del periódico, encontró esta otra “perla” en el párrafo del que retomaron una frase para el título de la misma: “Lo que veo y creo es que Colombia vende muy barato su suelo y su medio ambiente…en estas condiciones no hay manera de recobrar porque hay un Estado muy lapso…”. Como se lo expresé al lector: es un error de transcripción. Al contextualizar la respuesta de la connotada periodista la palabra que pronunció, sin duda, fue “laxo” (apático, débil, blando) y no lapso (periodo de tiempo), como la transcribió el corresponsal. De haberse fijado en el contexto no habría cometido el error al transcribir lo que creyó oír de labios de la periodista española nacionalizada en Colombia y ponerlo en su boca, como lo indican las comillas. ¡Amarillismo! Algunos lectores consideran que en ocasiones la “repetición” de noticias relacionadas con homicidios y muertes en accidentes, hace que LA NACION tenga un carácter amarillista o sensacionalista. El domingo anterior un lector llamó para decir que las fotografías de la página 32–Judicial– de ese día eran horribles. “Sentí náuseas al verlas. Son amarillistas”. Tal calificativo amerita un amplio análisis que por razón de espacio haré en próxima columna. De nuevo agradezco sus comentarios y los invito a que los remiten al siguiente correo electrónico: defensoradellector@lanacion.com.co