Locomotora de destrucción. Por Santiago Villarreal Cuéllar

Diariamente por las principales carreteras nacionales, transitan enormes carro-tanques llamados cisternas, llenos de petróleo crudo, desde los pozos de exploración, hasta los lugares donde están ubicadas las refinerías. Son cientos de estos pesados carros que recorren cientos de kilómetros para llegar hasta su destino. Los veo muy a menudo por la carretera nacional que de Neiva conduce al departamento del Putumayo, cuyo recorrido es bastante extenso. Lo hacen igualmente desde Garzón y los he visto también por las principales carreteras del Meta. La operación se repite cada minuto por toda la geografía nacional. No sabemos qué sucedió con los oleoductos, o si ya estos son insuficientes ante tanto saqueo. Perdón, exploración. Como consecuencia de lo anterior, nuestras desvencijadas vías, abandonadas por el gobierno, cada día se convierten en lodazales y la capa asfáltica, donde la hay, se deteriora a cada minuto ante semejante trajín. Y qué problema para que el Invías haga mantenimiento a nuestras vías. En algunos lugares la ciudadanía y transportadores se ven obligados a realizar protestas y hasta paros para lograr ese derecho que tenemos los ciudadanos. Nunca hemos podido saber a dónde van a parar los dineros que se recaudan por concepto del impuesto de peajes, que en este país es carísimo. Sería bueno conocer si estas compañías multinacionales, expoliadoras de nuestros recursos naturales, aportan algún impuesto extra para reparar los daños causados a nuestras principales carreteras. Tengo la seguridad, que no pagan nada extra pues muchas de ellas están exentas de otros impuestos. Es que las  mismas regalías que dejan estas compañías saqueadoras son irrisorias. Así se maneja lo más preciado que una nación soberana puede tener como son sus recursos naturales y energéticos. Pero claro está que a este saqueo indiscriminado, el gobierno y los principales beneficiarios lo llaman inversión extranjera. Es que aquí sí se le brindan las garantías necesarias e estas sanguijuelas que a diario se chupan nuestra riqueza, mientras el pueblo raso tiene que tomarse las carreteras, como lo han hecho los pequeños cultivadores de café, para ayudar a mitigar la crisis por la que atraviesan. Y para que sigan saqueando nuestras riquezas naturales, gran parte del presupuesto nacional debe destinarse para fortalecer las fuerzas armadas, para garantizar  la seguridad de los expoliadores. Mientras tanto la salud, la educción y otros rubros fundamentales, sufren recortes porque primero están las multinacionales inversionistas. El presidente Santos dice con orgullo que las compañías mineras y petroleras son las grandes locomotoras de la economía. Sin embargo, estas locomotoras se han convertido en las destructoras de las carreteras del país.

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