SEMANA
En el tercer piso de la Iglesia de San Pedro Claver, en Cartagena, vive un sacerdote al que no se le notan sus 95 años. Su mente está llena de historias y su cuarto, de libros. Conoce al derecho y al revés la vida de san Pedro Claver y trabaja para promulgar su mensaje humanista. De vez en cuando disfruta salir al balcón –el más largo de la ciudad amurallada– y le gusta cerciorarse de que al gran reloj del templo no se le escape ni un segundo.
El padre Tulio Aristizábal pronto verá al papa Francisco -el 10 de septiembre- pronunciar la oración del Ángelus en el santuario donde él todavía oficia algunas misas. Así lo dice la agenda oficial del sumo pontífice en Colombia, cuyo recorrido se inicia el 7 de septiembre a las 9 de la mañana en Bogotá, e incluye también a Villavicencio y Medellín.
Como cabeza de la Iglesia, y como jesuita, Francisco tiene una parada obligada en la iglesia de San Pedro Claver. Este lugar, donde vivió ‘el apóstol de los esclavos’, fue construido por los jesuitas sobre la muralla que levantaban los españoles para proteger a Cartagena. Cuando la Corona supo de esto, les ordenó hacer una nueva muralla que les permitiera seguir cercando la ciudad; de no cumplir con ello, la edificación del claustro sería derribada.
Como era usual en los altares de las iglesias coloniales, el suyo estaba hecho de madera, con laminilla dorada, y tenía un color rojizo. “Pero a principios del siglo XX sucumbió ante el rimbombante paso del mármol”, cuenta el arquitecto restaurador Jorge Sandoval. La iglesia ha sido reformada, pero su magia se mantiene: allí están los restos de Claver, además de algunos objetos que dan cuenta de su estadía en el claustro.
El primer y gran saludo de Francisco a los colombianos tendrá lugar en la plaza de Armas del Palacio de Nariño. Es curioso que allí, en los terrenos donde nació Antonio Nariño, nunca existió una plaza como tal. Cuando la administración de Rafael Reyes ordenó construir la residencia presidencial en este sitio, en 1908, gran parte de la manzana ya estaba en pie. Por su cercanía al Capitolio era conveniente instalarla ahí y entonces los arquitectos Gaston Lelarge y Julián Lombana diseñaron una casa de dos pisos, con fachada de piedra, un gran salón y amplias dependencias.
Ese fue el famoso Palacio de la Carrera, nombrado así por las carreras de caballos que solían hacerse en ese tramo de la Séptima. Pero de él no queda mucho más que un fragmento de la fachada, pues la estructura actual del palacio presidencial es producto de una remodelación terminada en 1979.
En la plaza de Bolívar se escribieron algunas de las historias más importantes de la capital y del país. Y no es casualidad, entonces, que en ese mismo escenario el papa Francisco quiera reunirse con los jóvenes: “Juan Pablo II convocó a las multitudes; Benedicto las educó y Francisco las está sacudiendo”, dice al respecto el nuncio apostólico en Colombia, Ettore Balestrero.
El plano actual de la plaza de Bolívar es obra de Fernando Martínez Sanabria, quien sorteó con gran habilidad el desnivel, de casi un piso y medio, existente entre las carreras Séptima y Octava. Y aunque lo elogiaron por eso, otros lo criticaron por lograr un trabajo parecido a un secadero de café.
El asunto del desnivel quedó resuelto, pero la Catedral Primada todavía evidencia la inclinación del suelo. La estructura que va a visitar Francisco el 7 de septiembre es, en realidad, la cuarta iglesia levantada en ese lugar: la primera capilla, de 1538, estaba cubierta con paja; luego, en 1553, le pusieron piedra y teja, pero un día antes de su inauguración se desplomó. Después de eso, tomó 15 años levantar una nueva estructura, pero la dicha no duró mucho porque con el terremoto de 1785 los cimientos quedaron muy afectados. Algunos pensaron en restaurarla, pero en 1807 resolvieron mejor empezar una nueva construcción con fray Domingo de Petrés al frente.
El edificio estuvo listo en 1823 y pronto se trasladó la diócesis de Santa Marta a Bogotá; luego, a principios del siglo XX, el papa León XIII le otorgó el título honorífico de Primada de Colombia.
Esta catedral guarda, entre otros tesoros, los restos del fundador de Bogotá Gonzalo Jiménez de Quesada, de Antonio Nariño y del pintor Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos. Además, “está el cáliz con el cual se celebró la primera misa en Bogotá y el pendón de la conquista de Jiménez de Quesada”, dice monseñor Vicente Huertas, quien también participó en la restauración del órgano ‘de los ángeles’ que sonará en la visita del papa.
Todos los obispos de Colombia se reunirán con Francisco en el Palacio Cardenalicio, que también está en el costado oriental de la plaza, muy cerca de la catedral. La historia cuenta que entre estos dos edificios existió el infierno: se trataba de El Venado de Oro, un bar que funcionó hasta comienzos del siglo pasado y que era “el tomadero de chicha y cerveza más importante de Bogotá”, sostiene el arquitecto Gabriel Pardo.
La sede original del Palacio Arzobispal quedaba donde hoy está la colección de Botero; la urgencia de cambiarlo de lugar surgió a raíz de que durante el Bogotazo quemaron la casa del arzobispo, los archivos de la Iglesia católica en Colombia y la colección de arte del virrey Antonio Caballero y Góngora. Y gracias a una donación privada, se construyó la actual sede donde alguna vez funcionó la Aduana Real.
El papa celebrará la santa misa en Bogotá en el parque Simón Bolívar, justo en el Templete Eucarístico que la firma Cuéllar Serrano Gómez diseñó para la visita de Pablo VI, en 1968. Entonces no existía el parque como tal, pero la Alcaldía de Virgilio Barco empezaba a adelantar obras en el occidente de Bogotá, como la calle 68. Luego, en ese mismo templete, Juan Pablo II extendió sus bendiciones a los colombianos en 1986.
Por primera vez un papa hará una parada en Villavicencio, en el parque de los Fundadores, donde está la Cruz de la reconciliación, de Roa Iregui. La Santa Sede escogió esta ciudad por ser la puerta a los antiguos territorios nacionales que representan la periferia del país (uno de los pilares del pontificado de Francisco es mirar hacia la periferia). Y por ser una de las zonas que más concentra víctimas del conflicto.
El papa regresará todos los días a Bogotá para dormir en la Nunciatura Apostólica, donde le servirán platos típicos como el ajiaco. Antes, la representación diplomática de Vaticano quedaba en el centro histórico de Bogotá, pero también fue arrasada durante el Bogotazo. Era una construcción de Pietro Cantini que estaba en lo que hoy queda la Biblioteca Luis Ángel Arango. En 1951 se trasladó a su sede actual, en el barrio La Magdalena, con un estilo neocolonial: el patio de entrada y la fuente le da un aire de palacio, algo nuevo para la época.
Con esta apretada agenda, más allá de querer conocer la historia religiosa que hay en cada uno de estos lugares, el papa quiere “encontrar a Colombia y a los colombianos a través de ellos”, señala el nuncio Balestrero.