A propósito de la conmemoración de hoy, en el “Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado”, LA NACIÓN habló con Elizabeth Perdomo Leyton y recordó el caso de Tarsicio Medina, un estudiante impetuoso que desapareció un día que fue interceptado por la Policía cerca de la Universidad Surcolombiana, su alma mater.
Treinta y siete años después, LA NACIÓN recuerda el caso del estudiante líder Tarsicio Medina, una víctima más, quien pese a más de tres décadas aún no se sabe de su paradero.
Una historia más que no puede quedar en el olvido, Tarsicio un estudiante de la Universidad Surcolombiana a quien en una noche del 19 de febrero de 1988 de la capital opita, Policías se lo llevaron en una camioneta, cuentan sus compañeros, testigos del acto ocurrido.
Hoy nueve de abril “El Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado” es el día en el que se visibilizan aquellas personas que de alguna manera quedaron en el olvido porque fueron silenciados abruptamente, atropellando la democracia, principal causa del conflicto en el país.
Las organizaciones que han luchado y visibilizado esta tragedia de la democracia y la paz, cuyos delitos han sido sus voces subalternas como en el caso de Tarsicio Medina y los cientos de líderes sociales que fueron silenciados por exponer sus ideales y sus desacuerdos con el Gobierno.
En entrevista con Elizabeth Perdomo Leyton, Politóloga de la Universidad del Valle con maestría en Comunicación Educativa, Mujeres Colombia Humana Huila, quien fuera testigo del día que desapareció Tarsicio Medina, relató uno de los momentos más difíciles de su vida cuando apenas empezaba su lucha por la democracia.
Esta mujer de temple huilense, ímpetu e inteligencia aguda, activista y luchadora social por la paz y los derechos humanos demostró desde muy temprana edad sus iniciativas en contra de muchas negligencias y deficiencias del Gobierno, ella, quién es testigo presente de dos de los hechos que más han marcado a la región surcolombiana, narró a LA NACIÓN el día de los hechos en el que el estudiante líder fue visto por última vez.
“Dos voces diferentes luchando por un mismo objetivo fueron doblemente silenciadas porque lo que decían no quería ser escuchado por la hegemonía o porque la vocación de guerra era más fuerte que la de paz”, precisó la politóloga para LA NACIÓN, tras haber sido testigo presencial de los hechos.
“Yo estaba con Tarsicio Medina, estudiábamos en el mismo curso de Lingüística y Literatura, habíamos sido los dos candidatos al Consejo Estudiantil de la USCO y él me había vencido. Me llevaba dos años y flameaba ese espíritu libertario con cara de indígena blanco y dientes de maíz”.
“Recuerdo que esa noche, al salir de la Universidad Surcolombiana por la puerta principal que da a la Primera de Cándido, la conmoción se apoderó de todos, se habían llevado a varios estudiantes, entre ellos a Tarsicio en la furgoneta de la Policía, luego nunca más lo volvimos a ver”.
“Meses después, cuando nos detuvieron por hacer pintas por el: ‘Vida a la nación’, paz con las fuerzas armadas y guerra a la oligarquía, los policías que nos daban vueltas en la camioneta por la ciudad antes de llevarnos a la Novena Brigada decían que nos esperaba el destino de Tarsicio”.
Tras el operativo sorpresa, los demás estudiantes fueron soltados y regresaron a sus casas pero el destino del joven de 21 años sería diferente.
El otro caso
Por otro lado Elizabeth también relató detalles de otro hecho desgarrador de quienes fueron desaparecidos y posteriormente aparecieron muertos.
En este caso, “por casualidades de la vida” expresó la entonces estudiante que no pudo asistir junto a un grupo de compañeros de la USCO a una reunión en medio de “un proceso de apoyo a unos indígenas de la isla Los Dujos, propiedad de Oliverio Lara en 1987, ellos hacían una toma y los indígenas querían hacer con los estudiantes una intermediación con el INCORA para que no los desalojaran de la isla, sino que pudieran acceder a una propuesta de tierras porque había una comunidad viviendo allí y ese es el debate épico con respecto a la tenencia de tierras en nuestro país”.
Los líderes indígenas, la líder social, el cura Franciscano y el Gobernador del Cabildo hicieron esa propuesta en la reunión a la que no asistió Elizabeth y sus compañeros.
Días después fueron encontrados masacrados en área rural de Hobo, Huila. Exactamente el 23 de octubre de 1987 a las 10 pm, con el agua sanguinolenta, fueron encontrados los cadáveres de Salvador Ninco gobernador del cabildo indígena; Carlos Páez, secretario de gobierno indígena; Nevardo Fernández, cura Franciscano y la frágil Luz Stella Vargas, líder social con más de 4 días de exposición a cielo abierto.
Ella fue al entierro junto con otros compañeros comprometidos con la causa y expresó lo que sentía en ese momento “bajando por nuestros cuerpos y entremezclada con la lluvia y el llanto de impotencia y miedo, llevábamos a sepultar a nuestros amigos al cementerio central de Neiva”.
Concluyó la magíster “Entendimos y hoy entendemos que debemos reescribir la historia y alzar la voz porque no las podrán silenciar, serán los gritos del silencio y la vocación de paz nuestra mejor arma para conquistar la democracia”.
También invitó a la comunidad huilense a través de este mensaje: “No a las armas de los unos ni de los otros”. “Nos vemos a las nueve a la ‘Carga por las víctimas’, hoy nueve de abril debemos asistir a las actividades programadas en conmemoración del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, en el parque Santander, es la cita para visibilizar a tantas ‘víctimas’ de la región huilense”.
