La reciente elección del magistrado auxiliar de la Corte Constitucional, Miguel Polo, como magistrado titular de la misma corporación, ha puesto a esta institución en el centro de la opinión pública, debido a los posibles escenarios de cambio que podrían llegar en los próximos años por el vencimiento del periodo de 4 de sus actuales miembros.
La elección realizada el martes anterior estuvo rodeada de controversias y críticas debido a un posible intento de fraude, tras la aparición de un voto adicional a los esperados, así como por sospechas de interferencia del Gobierno para inclinar la balanza a favor del jurista elegido por el Senado.
Este relevo se produce en un contexto político marcado por una aguda polarización e intensas confrontaciones entre sectores de derecha e izquierda. En este escenario, el protagonismo de la Corte Constitucional se intensificará en los próximos dos años, pues deberá resolver temas de gran trascendencia, como la constitucionalidad de las reformas laboral y de salud, además, del proyecto de acto legislativo que pretende incluir nuevamente la reelección presidencial.
La llegada del abogado Polo en reemplazo del magistrado saliente, Antonio José Lizarazo, marca el inicio de una serie de cambios previstos para 2025, los cuales podrían modificar los precedentes judiciales de la Corte durante el actual mandato presidencial y en los próximos ocho años.
No obstante, los 32 años de funcionamiento de la Corte demuestran que los cambios realizados con la salida y llegada de magistrados de diferentes vertientes ideológicas, no han generado retrocesos en la protección de los derechos fundamentales ni en la defensa de la Constitución, salvo algunas pocas excepciones. Entre estas se encuentra el fallo que declaró constitucional la reelección presidencial, decisión que impactó negativamente el sistema de equilibrio de poderes.
Es por ello que los ciudadanos debemos confiar en la estabilidad e independencia de la Corte, pues cualquier cambio en sus líneas jurisprudenciales son un desafío complejo, dada la “fuerza gravitacional” que ejercen sus decisiones en los fallos futuros.