Los ríos se mandan solos

Aunque son de vital importancia las decisiones legales que buscan proteger nuestros ecosistemas, las fuentes hídricas no dependen de las sentencias de los jueces para imponer su voluntad natural.

Olmedo Polanco

Debíamos hablar en voz baja y evitar el mínimo ruido. Estábamos al interior de un gigantesco cráter en la cumbre de la Cordillera Central de los Andes. El camino de herradura que une los departamentos de Huila y Cauca, nos había instalado en el valle paramuno, localizado a 3.570 metros sobre el nivel del mar. Hacía mucho frío, cinco grados en el ambiente colmado de bruma y con vientos helados. Apenas pudimos regular la respiración empezamos a caminar con sigilo hacia nuestro objetivo. Atrás quedaron las dos bestias (caballos), que había conseguido Segundo Euclides Ordóñez Guzmán, a través de sus hermanos en Villa Fátima. Los equinos eran para Gladys Burbano Moreno y Tirso Antonio Polanco. Luis Alberto Ordóñez Ortiz facilitó que Winibaldo Majín, mayordomo de su finca en la vereda La Perdiz, nos acompañara en la travesía hasta La Hoyola (Cauca). No iríamos hasta el corregimiento de Valencia, municipio de San Sebastián, porque habíamos fijado rumbo hacia El Porvenir. 

Luego de caminar durante 15 minutos, llegamos a destino sobre la una de la tarde y por fortuna, el cielo estaba despejado. Algunas nubes bajas pasaban sin prisa, como si les soplara una fuerza inmaterial. La cantidad de frailejones parecía una congregación de monjes católicos y permanecían a nuestro alcance. Las plantas herbáceas de hasta tres metros de altura y que crecían alrededor de 2.5 centímetros por año, estaban provistas de tallos largos y gruesos que se dividían en numerosas ramas. Sobre su estructura vegetal centenaria, se habían desarrollado las hojas peludas y gruesas con apariencia de esponjas. Las flores, de amarillo intenso y enroscadas en sí mismas, coronaban los frailejones.

Entre los mitos y la medicina tradicional

Caminar sobre la corona del Macizo colombiano retaba tanto como mantenerse en pie en un colchón de agua. ‘Chuquiales’ por todos lados. Como nos mantuvimos fieles a las recomendaciones de no perturbar el santuario, el cielo no se toldo y nos premió revelando una de las fotografías más hermosas de mi infancia. Tenía 10 añitos en aquel verano de mediados de enero de 1976. De repente, la Laguna de La Magdalena en todo su esplendor. Aguas tranquilas, aunque de vez en cuando las acariciaban las brisas suaves que construían tiernos oleajes en la superficie donde se balanceaba sin arrebatos a un pato solitario. A dos kilómetros de allí, la Laguna de Santiago tributaba la primera corriente de agua al río Magdalena. A cuatro kilómetros nacía el río Caquetá y más allá, las tímidas aguas de los ríos Cauca y Patía. Es el Páramo de ‘Las Papas’ en la región meridional del Parque Nacional Natural de Puracé.

En San Antonio habíamos pasado la primera noche de la travesía. En la madrugada del día siguiente salimos a pescar las truchas que harían parte del fiambre de esa tarde. La impericia de Augusto López Armero, casi nos friega la aventura. La filosa punta de un anzuelo se enterró en su pómulo derecho, muy cerca del ojo. Por fortuna, el metal no penetró tanto la piel y fue retirado sin mayores complicaciones. A propósito de frailejones, Winibaldo dijo que la resina de su tronco servía para tratar dolencias, heridas, inflamaciones y problemas estomacales. 

Algunas escenas de la expedición al Macizo Colombiano, en 1976, y que se integró a la Estrella Fluvial de Colombia en territorios de Huila y Cauca. Archivo de la familia Polanco.

El ejemplo ciudadano en La Plata

Han pasado 48 años desde que fui por primera vez hasta la Corona del Macizo colombiano. A propósito del medio ambiente y las fuentes hídricas, he conversado en Neiva con el abogado Daniel Eduardo Cortés Cortés. “En estos años de profundos cambios climáticos, proteger el medio ambiente y la biodiversidad es un imperativo ético, social y jurídico”, afirma. En el caso particular de Colombia, “…una innovadora tendencia jurisprudencial reconoce a los ríos como sujetos de derechos; sentando precedentes importantes para la conservación del planeta”, dice a renglón seguido. Para no ir más lejos, el jurista Cortés trae a colación un caso particular: “En 2019, el Juzgado Único Civil Municipal La Plata (Huila) reconoció al río La Plata como sujeto de derechos…”. La afirmación me llevó a buscar entre los archivos judicialesla acción de tutela interpuesta por Luz Marina Díaz, en nombre propio y de las familias residentes en el barrio El Remolino, del municipio ubicado en el Occidente del Huila, contra la Empresa de Servicios Públicos del lugar.

En efecto, el juez Juan Carlos Clavijo González, consideró que “…comoquiera que la afectación del medio ambiente denunciado involucró al Río La Plata”, al verterse en este aguas residuales domésticas de manera indebida, es necesario precisar cómo ese hecho puede incidir de manera negativa en el recurso hídrico”. (Juzgado Único Civil Municipal de La Plata. Acción de tutela. Página 12).

El hecho jurídico regional ha llevado al abogado Cortés a considerar que: “La innovadora tendencia jurídica en Colombia que reconoce a los ríos como sujetos de derechos es un paso importante hacia la protección del planeta”. Complementa que: “Este enfoque iniciado desde la jurisprudencia de las Altas Cortes es crucial para garantizar un futuro sostenible y equitativo para las generaciones presentes y futuras”. Sin embargo, el jurista Cortes recomienda que: “La protección del medio ambiente depende de nuestra capacidad para innovar y adaptar nuestro marco legal y social, siempre y cuando los jueces cuenten con evidencias que generen seguridad y legitimidad para sus decisiones”.

La Sultana del Valle y la COP16

He vuelto a conversar con Gustavo Wilches-Chaux, docente investigador de la Universidad Externado de Colombia, apenas unas horas después de que aterrizara en Bogotá. Participó en el evento más importante que sobre asuntos ambientales se ha desarrollado en Colombia. Dialogamos sobre los ríos como sujetos de derechos. “Todos los cuerpos de agua se hacen escuchar a la fuerza”, dijo. Afirma Gustavo que: “El agua, en todas sus formas, no está interesada en discusiones jurídicas”. Considera que cuando alguno de los derechos ambientales es ultrajado por el hombre, asume con dureza la reclamación que los habitantes de la región afectada califican irresponsablemente como desastres naturales”. Para el exdirector de la Corporación Nasa Kiwe: “Apellidar los desastres como ‘naturales’, nos impide identificar y dar solución adecuada a las causas de los traumas relacionados con el medio ambiente”. Con Wilches-Chaux compartí nuestra afición por la fotografía y el amor por la naturaleza en todas sus formas. Hablamos durante nuestras duras jornadas de trabajo, posteriores al terremoto de Páez, en junio de 1994. “Para entender los mensajes de la naturaleza, debemos acudir al diálogo de saberes entre el conocimiento académico y el saber comunitario tradicional”, ha recomendado.

De izquierda a derecha, los profesores: Daniel Eduardo Cortés Cortés, Gustavo Wilches-Chaux y Miller Armín Dussán Calderón.

Ríos para la vida

El maestro Miller Dussán Calderón, sigue en Cali. Recientemente participó de manera activa en el evento sobre páramos, en el marco de la COP16 que empezó el 21 de octubre y terminará el primero de noviembre. Dialogamos en la noche del jueves y aprovechó para llamar la atención sobre la imperiosa necesidad de “Acompañar las acciones de las organización de los ‘Guardianes de la naturaleza’, que somos los movimientos sociales, que a través de procesos de resistencia, nos enfrentarnos con argumentos contra los capitales corporativos transnacional que han invadido nuestros territorios y se ha apropiado de todas las funciones de nuestra naturaleza”. Miller Armín nos propone, adelantar un debate urgente como sujetos políticos en defensa de la naturaleza, porque -según sus palabras- “Es  evidente que las corporaciones transnacionales se han apropiado de nuestros bienes y sus funciones; por ejemplo: la fotosíntesis y el ciclo hídrico”.

Dussán Caderón originó la conclusión desde el siguiente argumento: “La naturaleza y el trabajo, son las únicas fuentes de riqueza. Lo que ocurre con el desarrollo del capitalismo es que impuso una ‘fractura metabólica’. Quiere decir el profesor Dussán que “El capitalismo logró disociar al ser humano de su propia naturaleza. La naturaleza ha sido vista como un objeto externo y en consecuencia, un objeto de explotación. El ser humano llegó al colmo de despojarse de su propia naturaleza”. Pasamos del antropocentrismo, donde prima la razón sobre la naturaleza, hacia el ecocentrismo, donde el ser humano es parte de la naturaleza y no su dueño, reafirma el docente.

“No obstante la importancia de declarar la naturaleza como sujeto de derechos, por parte de las Altas Cortes, existe una contradicción en contexto real, porque la naturaleza y los ríos son objeto de destrucción a partir del extractivismo minero energético, el extractivismo verde y los agronegocios”, puntualiza Dussán. 

Amapola, cambio climático y calor en el páramo

En 1976, tuve la fortuna de vivir una experiencia perenne en la Corona del Macizo Colombiano. En la aventura expedicionaria: Gladys Burbano Moreno, Edilberto Salazar, Miguel Garcés Hoyos, y mis hermanos: Tirso Antonio, Armando y Jaime. 

Al paraíso de la Laguna de La Magdalena volví dos veces, a pesar de que Juan Rulfo aconseja que al lugar donde hemos sido felices no deberíamos tratar de volver. 

En 1992 cubrí como periodista el comercio ilegal de piezas arqueológicas en San Agustín. Trabajaba en el noticiero de televisión ‘Notivisión’, con sede en Bogotá y que el gobierno de Virgilio Barco Vargas había otorgado al M-19. 

Mientras caminábamos por estrechos caminos polvorientos, sonaban a lo lejos las motosierras que talaban los bosques primarios. El sonido alimentado por motores a gasolina nos acompañaba desde los territorios de Villa Fátima hasta las proximidades de San Antonio. La tercera vez integré, en abril de 2015, la segunda expedición técnico-científica al Macizo Colombiano. Pasé el páramo en ‘mangas de camisa’. 

Algunos soldados que habían llegado muy temprano en la mañana hasta ‘las goteras’ de la Laguna de La Magdalena, hicieron cama con hojas de los frailejones y cocinaron en el lugar el arroz, las lentejas y la carne del almuerzo. En helicóptero militar arribaron los gobernadores de Cauca y Huila. No había nubes, tampoco patos silvestres.

La noche anterior, en San Antonio, con Julio Enrique Ortiz Cuenca (exgobernador del Huila), dialogamos en torno de una mata de amapola que había en el jardín de la casa donde nos hospedamos.  

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