Para quienes vivieron su juventud entre los años 60 y 80 del pasado siglo, el nombre de Joan Manuel Serrat no les resulta desconocido. Porque muchas de sus canciones -cerca de quinientas- forman parte de esa "memoria sentimental” de toda Hispanoamérica.
Cuando comenzó a componer, a cantar formando parte de aquellos denominados cantautores, se destacó de inmediato al huir de lo que en su momento se llamó “la canción protesta”, de las canciones con consignas reivindicativas de tipo político-social. Serrat también las cantaba, claro, pero envolvía sus textos en una atractiva cubierta literaria. Y también el relato costumbrista, la poesía en las cosas cotidianas: historias entrañables y llenas de ternura.
Serrat nació en Barcelona, el corazón del mundo catalán. “Soy lo que en Cataluña se conoce como un mestizo que, en mi caso, de manera natural se educó en la comprensión de la diversidad y la tolerancia de lo distinto”. Quiso ser tornero fresador y perito agrícola. Abandonó la universidad en tercero de Biología, cuando eligió la canción como medio de vida.
La crítica especializada informó que “Serrat cumple setenta años con el aval de ser uno de los intérpretes que ha colaborado en la transformación cultural de un país. La figura de Serrat ilumina estas casi cinco décadas de música popular como la de los grandes creadores que han ayudado a cambiar la sensibilidad de su tiempo y su sociedad.”
Con esta sensibilidad musical, ¿cuáles serían los temas más importantes de su cancionero? A continuación, una pequeña aproximación:
• Cantares (“Todo pasa y todo queda / pero lo nuestro es pasar / pasar haciendo caminos / caminos sobre la mar… Caminante, son tus huellas el camino y nada más / caminante, no hay camino / se hace camino al andar”).
• La mujer que yo quiero (“…la mujer que yo quiero, no necesita / deshojar cada noche una margarita. / La mujer que yo quiero, es fruta jugosa / prendida en mi alma como si cualquier cosa”)
• Mediterráneo (“Quizás porque mi niñez / sigue jugando en tu playa / y escondido tras las cañas / duerme mi primer amor / llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya / y amontonado en tu arena / guardo amor, juegos y penas”).
• Para la libertad (“Para la libertad, sangro, lucho, pervivo. / Para la libertad, mis ojos y mis manos / como un árbol carnal, generoso y cautivo, / doy a los cirujanos”).
• Tu nombre me sabe a hierba (“Porque te quiero a ti / porque te quiero, / cerré mi puerta una mañana / y eché a andar. / Porque te quiero a ti / porque te quiero, / dejé los montes / y me vine al mar”).
• Vagabundear (“No me siento extranjero en ningún lugar / donde haya lumbre y vino tengo mi hogar, / y para no olvidarme de lo que fui / mi patria y mi guitarra la llevo en mí, / una es fuerte y es fiel, / la otra un papel”).