Es una mala noticia para Neiva que un buen porcentaje de sus habitantes no tenga dinero para cubrir diariamente elementales necesidades como pagar el arriendo, el colectivo o el recibo del agua, o comprar un par de zapatos.
Los datos no son para mirar de soslayo o restarles importancia. Según reveló esta semana el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, 4 de cada 10 ciudadanos de la capital del Huila se hallan en situación de pobreza monetaria y su ingreso per cápita (por cabeza) no supera los $539.393 al mes. Así las cosas, la ciudad se ubicó en el sexto lugar con la más alta incidencia de pobreza, comparada con las demás capitales, e incluso superó el promedio nacional.
Y hay otro dato significativo: el 12,5% de los neivanos se encuentra en pobreza extrema y sobreviven al mes con menos de $243.448 per cápita, es decir, no cuentan con los recursos mínimos para adquirir una canasta básica alimentaria que le provea el mínimo requerimiento calórico para subsistir.
Este panorama preocupante para Neiva dista de cómo lo está viendo el Gobierno Nacional. “Entre el año de Duque y el año de Petro, 1.600.000 colombianos salieron de la pobreza monetaria y 1.100.000 colombianos y colombianas salieron de la pobreza extrema: eso se llama un buen gobierno”, dijo el presidente Gustavo Petro.
Es obvio –y no debería ser así ni la ciudadanía aceptarlo– que el Gobierno Nacional se limite a ver las cifras globalmente y con un tinte político. Por eso, le corresponderá al alcalde de Neiva, German Casagua, bajarse de su pedestal, recorrer a pie la ciudad y poner en marcha un urgente plan de reactivación económica, que incluya alentar sectores como el comercio y la construcción para la generación de empleo y de oportunidades de ingresos. Reducir la pobreza y el hambre es también un asunto del primer mandatario de la ciudad.