Maltrato infantil, radiografía de una tragedia

“El maltrato infantil es un generador de violencia, cuyas secuelas se evidencian en la edad adulta”.
Juan Carlos Hermosa Guarnizo, un pequeño e inquieto niño caqueteño de tan solo 2 años y medio de edad murió en la madrugada del pasado sábado 22 de septiembre, en la zona rural de Gigante (Huila), víctima del intenso maltrato físico al que fue sometido presuntamente por su padrastro, Jorge Luis Adames Cuéllar, de 23 años de edad. El trágico suceso conmocionó al país por la sevicia y la violencia desmedida que utilizó presuntamente el hombre contra una persona débil e incapaz de resistir.

Según estableció LA NACIÓN, el niño oriundo de San Vicente del Caguán llegó al departamento en condición de desplazamiento hace seis meses junto a María* su madre, una menor de 17 años de edad y de su hermanito John* de 2 años de edad. En el Huila la pequeña familia campesina buscaba emprender una nueva vida junto al nuevo compañero sentimental de María: Jorge Luis Adames.

Según algunos relatos conocidos por este medio de comunicación, la noche de la tragedia María salió con Jorge Luis a la casa de un vecino y dejaron a los niños solos en casa, bajo llave. Regresaron pasadas las 10:00 p.m., María llamó a Yilber para que se levantara al baño a orinar. Los niños ya estaban dormidos y Yilber no atendió el llamado de su mamá. Ante la insistencia se levantó somnoliento pero se orinó en sus pantalonetas, al lado de la cama.

Inmediatamente el padrastro desató su ira contra el menor. Lo golpeó con una correa violentamente, mientras le repetía que era un cochino. La golpiza duró aproximadamente tres minutos. Luego alzó al niño y lo metió a la alberca que se encontraba medio llena. Yilber alcanzaba a hacer pie dentro de la alberca, lloraba insistentemente, mientras que su padrastro le gritaba que era un desaseado.

Luego Jorge lo mandó a desnudar. El niño se encontraba totalmente paralizado y aturdido. El hombre lo obligó a pararse en el bordo de la alberca y le ordenó que se tirara al agua nuevamente. El niño no le obedeció. Totalmente descontrolado, el hombre lanzó de manera indiscriminada puños, palmadas y patadas contra el menor. Luego lo llevó a la habitación. Metió el pequeño cuello del niño en medio de sus piernas, mientras le gritaba groserías.

El niño desesperado y asfixiado lloraba insistentemente. El hombre le pegó puños en la cara para exigirle que se callara. Luego le abrió la boquita y lo obligó a beber orines. El pequeño se defendió mordiéndole los dedos fuertemente al padrastro. Esto generó más furia del hombre. La madre intervino y logró que el niño le soltara los dedos al padrastro, pero entonces el hombre empezó a tirar al menor contra las paredes.

María le gritaba al padrastro que parara, pero el hombre siguió los maltratos contra el menor. Lo tiró al suelo boca arriba y le dio múltiples patadas en la barriguita. La mamá lo recogió del suelo, le limpió la tierra y lo vistió, porque estaba desnudo. El niño empezó a emitir lamentos. La mamá lo arropó y lo acostó pero el menor seguía quejándose. María oraba y lloraba en silencio.

Ante la persistencia de los lamentos del menor, el padrastro le exigió a María que lo callara. Fue inútil. El hombre acostó al menor en la cama y le dio a beber alcohol. En ese momento Yilber perdió la consciencia. María lo movía para mantenerlo consciente, continuó orando y le untó una penca de sábila para aliviarlo. Jorge le dijo que le diera aceite de cocina para reanimarlo. Nada funcionó. Como su hermanito menor John presenció todos los hechos, Jorge le pegó una cachetada para que no mirara y lo mandó a dormir.

El niño permanecía inmóvil en la cama, con los ojitos abiertos, no hablaba ni una sola palabra, solo se lamentaba. Eran cerca de las 12:30 p.m. El padrastro mandó a María a buscar una moto prestada donde el vecino. Envolvieron al niño en una cobija y se lo llevaron para el hospital. En el camino Yilber falleció.

María y Jhon fueron puestos bajo la protección del Icbf. Jorge Luis Adames Cuéllar fue capturado por la Policía Nacional horas después de la muerte de Yilber, aceptó los cargos y se encuentra en establecimiento carcelario a la espera del proceso por el homicidio del menor.

Indignación

Adriana González Maxcyclak, directora (e) del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, en diálogo con LA NACIÓN aseguró que ante esta lamentable situación es fundamental que todos los padres y adultos responsables establezcan una red protectora para los niños y niñas.

“Es indignante este tipo de situaciones donde los niños se convierten en víctimas de la ira descontrolada de los adultos, no es posible que un niño muera a causa de la violencia irracional, estos son seres inocentes que no tienen nada que ver con las problemáticas personales que los adultos tienen, ellos solo tienen derecho a crecer con bienestar, a disfrutar y cumplir con sus planes de vida”, sostuvo la funcionaria.

“Debemos evitar que hechos como este vuelvan a ocurrir, debemos garantizar que nuestros niños crezcan con bienestar en el seno de la familia. El maltrato infantil es un generador de violencia, cuyas secuelas se evidencian en la edad adulta. Se da en todos los estratos, en todas las esferas de la sociedad y constituye un problema de Salud Pública”, dijo la Directora Nacional del Icbf.

Según la profesional, las consecuencias del maltrato infantil son diversas y dependen del abordaje profesional y especializado de los equipos psicosociales, así como de las medidas tomadas para la protección de los niños, niñas y adolescentes.

¡Denunciar!

González Maxcyclak afirmó que ninguna sociedad puede hablar de progreso ni de bienestar, cuando tolera el maltrato de sus niños, niñas y adolescentes. “Llegó el momento de entender que denunciar la violencia y el maltrato es una obligación moral, un paso para que las nuevas generaciones crezcan y se desarrollen en un ambiente de respeto y afecto, con todos los servicios básicos, con salud y educación, y en lo posible, en el seno de la propia familia”, explicó.

“Las buenas prácticas permiten emitir conceptos precisos sobre los diagnósticos de maltrato, contribuyendo a la toma de la mejor decisión que frene la vulneración de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, que permita el restablecimiento de derechos y además brinde la orientación y capacitación necesaria, no solamente a los padres de familia, sino a la familia extensa”, aseveró.

La funcionaria manifestó que el Icbf tiene la responsabilidad de actuar para proteger a los niños y niñas y trabaja para lograr entornos más seguros para su vida diaria; pero para lograr esos objetivos el instituto debe ser apoyado por la denuncia y el compromiso de la sociedad. “Para eso el Icbf cuenta con línea de atención gratuita 01 8000 91 8000 en las 33 sedes regionales y los más de 200 centros zonales en todo el país”, puntualizó.

Preocupantes cifras

Según el Icbf, hasta el 31 de agosto de este año se reportaron 18.100 casos de maltrato contra niños, niñas y adolescentes en todo el país. En el Huila los registros son de 437 casos, de los cuales 107 corresponden a menores entre los 0 y los 6 años de edad, 143 entre los 6 y los 12 años, 171 entre los 12 y los 18 años, 15 más en adolescentes mayores de 18 años y un caso sin información.

Asimismo, el Instituto Nacional de Medicina Legal reportó 1.572 episodios de maltrato contra niños, niñas y adolescentes en el Huila durante el año 2012 hasta el 31 de agosto del 2013. De éstos, 950 fueron contra niñas y los 622 restantes fueron contra varones.

Producto de la violencia contra los niños, niñas y adolescentes en el Huila, durante el mismo periodo de tiempo se registraron 82 muertes de menores de edad. De estos, 58 fueron varones y 24 mujeres. Se destaca que 28 infantes cursaban la básica primaria, dos el Preescolar, 28 la básica secundaria, dos la media vocacional, seis no tenían estudios, uno cursaba estudios universitarios y dos estudios tecnológicos. De 13 niños se desconoce su nivel de escolaridad.

De los 82 menores de edad fallecidos, Medicina Legal estableció que las actividades que desarrollaban se relacionaban con la formación académica, la agricultura, el hogar, la construcción, la informalidad, la explotación sexual, vínculos con grupos al margen de la ley y las ventas. Asimismo, seis menores vivían en unión libre (dos mujeres y cuatro hombres).

Según las cifras de Medicina Legal, los municipios involucrados con las muertes de los menores de edad fueron Acevedo, Aipe, Altamira, Campoalegre, Colombia, Garzón, La Plata, Neiva, Palermo, Pitalito, San Agustín, Tarqui, Tello y Timaná, así como algunos casos en Caquetá y Putumayo.

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