Mario Cutiva Rivera acaba de cumplir 100 años de vida, rodeado del cariño de sus hijos y nietos en medio de los recuerdos que mantiene gracias a una memoria lúcida que, como dice, le ha dado Dios. Es un hombre entre siglos viviendo, gracias a comer bien y mantener las buenas costumbres. “Hay que hacer todo con amor”, sostiene.
Hernán Galindo
Mario Cutiva Rivera, quien nació en Baraya, el 7 de julio de 1923, acaba de cumplir 100 años de vida, que celebró en compañía de la familia; logró llegar a esta edad debido al trabajo y al juicio, “en la finca todo el tiempo trabajando para levantar a mi familia, comiendo sancochitos y cuando vi que ya no se podía trabajar como antes, la vendí, me salí a Bogotá y trabajé 25 años en la Registraduría”.
Mario tiene una buena memoria, es un hombre amable y jovial; de joven fue amante de la música y algo bohemio, pero eran otros tiempos. Por eso da un salto de su Baraya natal, que recuerda como un pueblo pequeño y apacible, excelente para vivir, a Bogotá, a donde llegó a buscar otros rumbos y manera de criar a sus hijos.
En Bogotá recibió el apoyo de un familiar que lo ayudó a ubicar en la Registraduría, en donde comenzó a trabajar en distintos oficios hasta que fue ascendiendo y terminó laborando por 25 años hasta que se pensionó.
“En la Registraduría fui ascendiendo, estuve como mensajero, hasta que llegué a un departamento llamado de Censos, fui secretario, hice toda mi carrera en la Registraduría, hasta que me pensioné y como tenía todavía alientos me vine para mi tierra y volví a lo de la finca”, relató.
En los recuerdos está su compañera de viaje, Maria Agustina Horta de Cutiva, quien lo acompañó hasta hace unos 10 años, se llevaban dos así que si viviera aún estaría por los 98 años. “Duramos como 35 de casados y entre los dos sacamos los cinco hijos adelante. Yo trabajaba en la Registraduría, pero a la vez lo hacía en la finca, para las cosechas me da buenas licencias de tres meses para recoger, las cosechas de café”.
Otros tiempos
Así como los recuerdos de Baraya en sus primeros años de existencia, los de vida en Bogotá en el siglo pasado son gratos; “era muy bueno, no había esa zozobra que hay hoy en día, que da miedo salir, porque lo atracan, lo roban y hasta lo matan, se vivía tranquilo. Lo mismo era en Baraya, se podía salir a cualquier hora y no le pasaba nada, en cambio hoy hay peligro”, dijo.
Lo que aprendió lo hizo por su propia cuenta, fue empírico y eso sí dedicado y honesto para con sus labores, “lo primero que aprendí lo hice en la escuela de la vereda, por mi cuenta, en el campo, así fui aprendiendo y luego llegó lo del cuartel, me llevaron para Leticia, fueron dos años de servicio en el Ejército”.
Aunque no es apasionado por la política, si dice que es de origen liberal, y tiene buen concepto sobre el actual presidente de los colombianos. “Petro, es un tipo bien intencionado, pero no lo quieren dejar gobernar, está rodeado de una cantidad de líos, me parece bien intencionado en lo de la paz, pero hay una cantidad de ricos en este país que no lo quieren dejar gobernar”, reflexionó.
Una de sus pasiones y distracciones en tiempos mozos, dice que fue la música, le gustaron especialmente los boleros, “hasta hace unos 30 años me divertía mucho, me gustaba la música y lo que si dejo en claro es que no fui muy mujeriego, siempre juicioso, dedicado a la señora y así salieron los hijos muy buenos, ahí están”.
En esos recuerdos de los buenos tiempos están los viajes de Bogotá a Neiva en autoferro o en el tren, “eso fue algo muy bueno que tuvimos acá, pero que lo acabó al igual que muchas de las cosas buenas en la región, la corrupción que es algo terrible, se robaban lo que producían y poco a poco lo acabaron, parece que ahora el nuevo gobierno ha tenido ganas de volverlo a construir, pero por ahora ahí está planteado”, comentó.
“Es un proyecto difícil porque vale mucha plata y de nuevo los del poder quieren seguir robando, así como pasó en el gobierno pasado, que se robaron lo de los subsidios a la gasolina y ahora tienen que ponerla carísima, para reponer lo que se robaron”, insistió.
Tiene claro que a veces uno piensa las cosas de una manera y salen de otra forma, es un poco lo que pasa en el país, que sale de un conflicto y parece que se mete en otro, “el gobierno está tratando de arreglar las cosas, que podamos vivir en paz, pero siguen surgiendo obstáculos, porque de otro lado la gente, roba y mata, que la guerrilla, todos los días que tres y cuatro muertos, es lo que sucede y por eso uno vive con miedo con temor, ya no se puede salir tranquilo”, dijo.
La salud
A los 100 años, ya el cuerpo pasa factura sobre la manera como lo hemos tratado y lo hemos conservado mediante una calidad de vida con base en vida sana y buena alimentación.
“La salud siempre buena, a Dios gracias, ahí estamos un poco más ya hoy día porque usted sabe, me molesta un poco la tensión, y los dolores de espalda y la cintura” dice, mientras agrega que ahora vive de la pensión y se dedica a dejarse consentir de los nietos, de los hijos “me gusta volver a tener salud para trabajar, pero ahí están los hijos a los que les enseñé a ser buenas personas y a rezar el Santo Rosario cuando estaban pequeños”, agregó.
Sobre la longevidad y poder llegar a celebrar 100 años de vida, Mario Cutiva Rivera dice que lo primordial es ser juicioso y procurar alimentarse bien, ese juicio hace referencia a no ser mujeriego, según Cutiva, es lo que le permite a uno durar un poco más.
Para terminar, recuerda su gusto por la música en especial por los boleros, y la música de la región, los bambucos y sanjuaneros, porque en los recuerdos también están San Juan y San Pedro que en sus tiempos eran otra cosa, una fiesta para disfrutar en el campo, que ahora se trasladó a los pueblos y a la ciudad.
Así es Mario Cutiva Rivera, un hombre como muchos de origen campesino que tuvo que emigrar a la gran ciudad, pero que no olvida sus raíces a las que siempre volvió pese a los caminos que ha tenido que sortear en la vida y que en el caso particular le permiten como a pocos superar los 100 años de vida.
Con alegría nos pasa la mano y con su amabilidad nos despide, mientras le prometemos que estaremos en su cumpleaños 101.