Fermín Beltrán Barragán
Hubo una época en nuestra historia en la cual todos éramos desempleados, se vivía de la recolección y la pesca y de las bondades de la naturaleza. Luego alguien dijo “esto es mío” y ahí nació la propiedad privada y empezó a generarse la utilidad, es decir el excedente, con la aparición de la riqueza nos dividimos entre ricos y pobres y así estamos todavía, aunque hay una gran franja intermedia entre esos dos extremos, la clase media.
A medida que aumentan los trabajadores y la tecnología elimina de manera incremental los puestos de trabajo, se genera el desempleo y se acrecienta la informalidad y el “rebusque” para sobrevivir. Y surgen los grandes temas de interés cotidiano: ¿cómo detener el avance del desempleo? ¿cómo se pueden generar nuevos puestos de trabajo? Sin duda, una alternativa es prepararse para los nuevos empleos y la creación de nuevas empresas, pero esto último tiene un límite dado que los servicios y los productos se requieren de manera limitada.
Si en una aldea hay 100 personas es probable que el número de peluquerías se puede agotar en 100 o 200 cortes de cabello al mes, de tal manera que solo se requerirá un determinado número de ellas, tener más implica que solo las más apetecidas puedan sobrevivir en términos de competitividad y las otras no generarán ingresos, claro, hay que entender la diversidad y a innovación en los nuevos negocios. En este sentido encontramos límites en el desarrollo empresarial, la otra situación es que los recursos también se van agotando. En este contexto de los límites podríamos concluir que la alternativa de crear más empresas es poderosa, pero no es la única solución para todas las situaciones generadas por el desempleo.
Y ¿qué otros caminos tenemos?, hay muchos sistemas socioeconómicos que han fracasado brutalmente, unos por desiguales, otros por totalitarios, otros por inconvenientes, en fin, la naturaleza humana por sí sola no aplicará su voluntad, salvo casos excepcionales, a buscar otras alternativas que partan del desprendimiento de lo material, toda vez que implica el desarraigo y la mutilación de las emociones de la ambición profundamente consolidadas a través de los tiempos del ejercicio “humano, demasiado humano”
En algún momento tendremos que resolver si mutamos o desaparecemos y esa mutación implicará que cada uno tenga lo mínimo, quizás la tecnología lo puede hacer cómodo, pero tendremos que reducirnos porque todo es finito como la tarde que cae, ese paso no se dará por la mera voluntad humana, será el resultado de la necesidad de mantenerse a flote en las aguas de la esperanza y de la desolación, del nacimiento y del apocalipsis.
De tal manera que se debe cambiar el concepto de lo que entendemos por empleo y asumir nuevos significados de autogeneración de los ingresos para satisfacer las necesidades que permitan la supervivencia, es posible que el cooperativismo y las comunidades sostenibles rurales y periurbanas sean una gran alternativa para compartir y disfrutar este paso por la tierra. Claro, hay muchas otras. Explorémoslas.