A Santiago Rodríguez Rosas le gustaba mucho jugar fútbol, cuidar el medio ambiente y estar junto a su hermano gemelo Sebastián. Su abuela paterna, la señora Carmen, los cuidó desde que eran unos bebés con amor y dedicación en su humilde hogar, ubicado en el barrio Timanco, en el sur de Neiva.
Todos los días, la abuela llevaba a los gemelos de 8 años de edad hasta la puerta de la Institución Educativa Loma Linda, en donde cursaban el Tercer Grado de primaria y allí mismo los recogía. Su profesora Susana Sandoval asegura que era un niño muy alegre y activo.
Sin embargo, la vida de Santiago terminó la noche del pasado domingo, cuando Yamid Rivera Polanía, ex secretario de Vías de Algeciras y ex candidato a la Asamblea, lo arrolló con su vehículo junto a tres personas más, cuando conducía con grado tres de alcoholemia. Santiago iba por el andén de la mano de su abuela y murió en la vía, antes de que llegara una ambulancia a auxiliarlo.
“Santiago es un angelito que se va para el cielo. Nos da mucha tristeza como acaba la vida de un ser tan pequeñito por la ignorancia de los adultos. Hoy en el salón extrañarlo fue muy duro. Todos los días de aquí en adelante van a ser diferentes”, aseguró su profesora, observando las cartas que le elaboraron en su honor sus compañeritos de salón.
“Le gustaban mucho las Ciencias Naturales, teníamos un proyecto de reciclaje, llenaba botellas plásticas con papeles de envolturas y estábamos adornando las materas del colegio con las botellas. Llegaba a la escuela con mucho entusiasmo”, expresó Susana.
“En la hora del descanso, con la ayuda de su hermano Sebastián, sacaba una bolsa de la basura y empezaba a reciclar. Les hicimos una condecoración en el Día de la Tierra por su sentido de pertenencia con el medio ambiente”.
“Santiago era muy responsable, organizado, puesto en su sitio. Ayudaba mucho a su hermano. Casi no le gustaban las Matemáticas, pero era un muy buen estudiante. La abuela lo tenía en las tardes practicando natación y fútbol. Era muy divertido. La abuela vivía muy pendiente de ellos”.
“En el salón eran 34 niños hasta el viernes. Hoy tengo 33 estudiantes. Él se sentaba en el puesto número 29, que quedó vacío. Dejamos una rosa en su honor. Él tenía un tío que trabaja en el Inpec y él decía que quería ser como el tío. Ayudaba mucho a su hermano, era como su motor. Lo regañaba, lo guiaba. En la escuela se siente el vacío”.
Tristeza
John Piamba, vecino de Santiago, aseguró que el niño era muy dulce, cariñoso, respetuoso y que creía mucho en Dios. “Le gustaba orar. Era hincha del Atlético Nacional, practicaba triatlón, era muy activo. Su familia era muy bonita. Él siempre estaba con el hermanito, se despertaban juntos, se bañaban, comían, estudiaban, jugaban, todo lo hacían juntos”.
Francesca Piamba Rodríguez, de 10 años de edad, recordó a su amigo como una persona especial. “Le gustaba ver Cartoon Network y jugar en el parque. Todos los días nos íbamos juntos para el colegio a las 5:30 a.m. y nos devolvíamos juntos. En el camino jugábamos a recoger papelitos brillantes para meterlos en las botellas plásticas y decorar los árboles de la escuela. Era muy apegado a mí, jugábamos al escondite”, expresó la menor.
Carlos Canencio, coordinador de la Institución Educativa Loma Linda, sede Limonar, recordó a Santiago como un niño excelente. “La semana pasada izó bandera con su hermano por su espíritu ecológico. Era un líder, vivía pendiente del aseo del salón, del colegio, les colaboraba a las profesoras, era muy enérgico, muy aseado, juicioso y pendiente de su estudio”.
“La comunidad académica recibió esta noticia con mucha tristeza y malestar porque estas situaciones no se tenían que presentar. Queremos llamar la solidaridad de toda la comunidad, que entendamos el error que cometemos los adultos con los niños”.
Las honras fúnebres de Santiago se realizarán hoy a las 3:00 p.m. en la parroquia del barrio Timanco. Su abuela y su hermanito recibían ayer apoyo psicológico para afrontar este difícil momento. Paz en su tumba.
El pupitre de Santiago fue adornado por sus compañeros de estudios. Fotos Sergio Reyes
Sebastián (izquierda) y Santiago (derecha) fueron inseparables durante los ocho años de vida que compartieron juntos.
En medio de la inocencia de la infancia, Sebastián afronta la absurda muerte de su hermano.