El primer medallista olímpico de Colombia Helmut Bellingrot dice que en Neiva se organizó el Primer Torneo de Tiro que llevó su nombre, luego que en 1972 ganara Plata en Munich. Recuerda que en su arribo hace 52 años los huilenses le sacaron carro de bomberos.
Por: Faiver Hoyos Hernández
Presidente ACORD Colombia
Nunca imaginé encontrarme una historia que involucrara tanto al Huila y menos que el protagonista de ese relato fuera Helmut Bellingrodt Wolff, el primer deportista que ganó una medalla olímpica para el país, exactamente en Munich-Alemania 1972. “De Neiva guardo recuerdos muy alegres, pero además nostálgicos porque hace exactamente 52 años me invitaron para festejar la medalla que logré en Juegos Olímpicos”, dice. Lo abordé en pleno comedor, porque no es fácil en medio de las justas de París entrevistarle. Él como Jefe de Misión de Colombia debe moverse de un escenario a otro y mi objetivo era conversar sobre aquel Campeonato de Tiro que alguna vez se realizó en Neiva y que llevó su nombre, idea que fue promovida por el Presidente del Club de Tiro, Caza y Pesca Benjamín Segura, ya fallecido.
Helmut lo describe como “gran amigo, fue una persona que se decidió por este deporte y me invitó a raíz de la medalla que había ganado en Munich”, afirma. Cuenta que no pensaba lo que Benjamín y otro amigo suyo de nombre Jaime Romero Martínez -quien vive en Bogotá- estaban planeando a su arribo. “La llegada a Neiva fue algo que yo nunca me imaginé. A mí, no me gusta eso sinceramente. Benjamín preparó el cuerpo de bomberos y una caravana esperándome porque yo me iba por carretera desde Bogotá” cuenta.
A su llegada la sorpresa. “Estaban a la entrada, había como un puente – el General Santander- ahí nos estaba esperando una cantidad de carros y el cuerpo de bomberos. Yo no quería subirme allí, porque eso a mi no me gusta sinceramente, pero por aprecio y gratitud a ese gesto tan bonito de Benjamín acepté”, recuerda. Los organizadores recorrieron gran parte de la ciudad y como punto final se llegó al club de Tiro Caza y Pesca, ubicado en Cuisinde, en donde actualmente se mantienen sus instalaciones. Helmut afirma que allí hubo una recepción muy especial y desde ese momento “se institucionalizó un evento todos los años que se llamaba Torneo Helmut Bellingrodt y yo iba y participaba” recuerda.
Aún guarda una medalla que recibió en Neiva
Bellingrodt se lleva la mano a su mentón, mientras intenta recordar. “Ese Torneo se hizo entre ocho y 10 veces. Tengo un recorte de una medalla que me dieron, aún lo conservo con cariño. Supe que Benjamín falleció hace ya varios años, me dolió porque fue uno de los primeros en Colombia que reconoció la labor que yo hice en Munich, el trabajo y el sacrificio, porque antiguamente no existían los apoyos que se tienen ahora. Anteriormente la ayuda y el apoyo era del papá de uno. Hoy en día ya hay muchas ayudas, que todavía faltan para prepararse, pero en esa época no había nada, escasamente daban el tiquete y el alojamiento, a veces no siempre”, reseñó. Advierte que vive muy agradecido con la familia del tiro: “somos pocos, o éramos pocos, pues nos conocíamos todos y nos queríamos y nos apreciábamos y eso lo tuve yo durante muchos años y todavía lo sigo teniendo, ese sentimiento de gratitud con Neiva y los tiradores del Huila.
Rememora aquellas épocas y -frotándose las manos- dice: “en esa época los clubes de tiro eran muy pequeños, no tenían la infraestructura actual, quedan muy pocos clubes de tiro en el país, todo es conocido por la restricción de las armas, la munición y su costo. Eso ha influido en la desaparición de muchos clubes”, subraya.
Me gustaría regresar a Neiva
Sonriente Helmut, y sin afán, porque en principio me dijo que “tenía poco tiempo” me confesó que “ese era el único campeonato que yo en mi vida podía disfrutar porque me declaraban fuera de concurso entonces si iba a pasear, a gozar a conocer y departir con los amigos de tiro y me lo disfrutaba durante tres días que permanecía allá”. Se hospedó en el hotel Plaza y a sus 75 años manifiesta que quiere regresar. Maestro, ¿usted volvería a Neiva? “Claro que sí volvería. A mí me encantaría sinceramente. Yo ya dejé esa modalidad de blanco móvil que popularmente se le decía tiro al jabalí porque era sobre una silueta de un jabalí pintado en un cartón, pero el nombre técnico es blanco móvil 50 metros. Yo ya dejé de practicarlo, en el año1994 fue el último nacional que participé y ese mismo año un internacional. Después de ahí me retiré a una modalidad que toda la vida me ha gustado, pero que mi padre que fue mi entrenador toda la vida no me dejó disparar porque era contraproducente para mi entrenamiento en la que él suponía, y que fue así, que yo tenía talento y un buen desarrollo. Pero la más me gustaba era la escopeta con tiro al platillo en el aire. Pero en todo caso sí lo hago por diversión, me gusta porque realmente el tiro lo llevo en la sangre y hasta que Dios me de salud y vida ahí estaré yo en un campo de tiro
Hellmut cuenta que sus abuelos eran alemanes y sus abuelas venezolanas. Se radicaron en Barranquilla en 1904, luego de trasegar por Maracaibo a donde llegaron como comerciantes. Su padre, quien además fue su entrenador de nombre Ernesto Antonio Bellingrodt Ortega -barranquillero- contrajo matrimonio con Ana Elice Ángela Wolff González, nacida en Hamburgo. “Yo no cambio mi Barranquilla, no cambio a Colombia”, dice cuando recuerda que el Gobierno alemán le ofreció nacionalidad y estudios para que compitiera por ese país. Y más barranquillero para donde, si sus tres hijos nacieron en la capital atlanticense. Hellmut, Miguel Ernesto y Friedrich; criados a punta de butifarra y bollo de yuca.