Ha sido gratificante para la Iglesia Católica y sus más de mil millones de fieles por todo el mundo, especialmente en Latinoamérica, la llegada del Papa Francisco generando una oleada refrescante de fe, alegría, esperanza. Ha sido gratificante para la Iglesia Católica y sus más de mil millones de fieles por todo el mundo, especialmente en Latinoamérica, la llegada del Papa Francisco generando una oleada refrescante de fe, alegría, esperanza. Y en esta Semana Mayor, que la fe regida por los dogmas de la Iglesia consagra a su mayor dosis de expiación, contrición y reflexión, se ha visto en mayor medida tal oxigenación de voluntad de amor y paz bajo la égida de un Pastor con amplio carisma, dones de humildad y sencillez y claridad en sus palabras como lo ha hecho el nuevo Pontífice llegado de las Pampas argentinas al trono de San Pedro. En esa línea bien notable es que el papa Francisco haya denunciado las guerras, los conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero y de poder, la corrupción, los crímenes contra la vida humana y contra la creación y haya enfatizado en que con Cristo se puede vencer el mal que hay en los hombres y el mundo. Así lo hizo al rememorar la entrada de Jesús en Jerusalén afirmando que no lo hizo para recibir los honores reservados a los reyes de la tierra sino para ser azotado, insultado y ultrajado. Las palabras del nuevo conductor de la Iglesia católica han servidor para cuestionar con dureza las injusticias que agreden la misma condición humana. Nos ha pedido mirar a alrededor para que nos fijemos cuántas heridas infligen a la humanidad. Guerras, violencias, conflictos económicos, pero ante todo pobreza, inequidad, origen de los conflictos. Pero también el odio, la envidia y la soberbia. Además, exhortó al mundo a edificar la paz y construir puentes de reconciliación. “No puede haber verdadera paz- dijo- si cada uno es la medida de sí mismo, si cada uno puede reclamar siempre y sólo su propio derecho, sin preocuparse al mismo tiempo del bien de los demás, de todos, a partir ya de la naturaleza, que acomuna a todo ser humano en esta tierra”. Ese es el mensaje de esperanza y fe. Vivir la Semana Santa es “entrar en la dinámica de la cruz y del amor”. La lógica del Evangelio al servicio a los desprotegidos. El verdadero poder- dijo- es el servicio. La muerte y resurrección de Cristo marcó un camino en el mundo entero. Un ejemplo. Cambió el rencor por el perdón, cuestionó las desigualdades y reclamó justicia. Prefirió el amor antes que el odio, ofrendó su vida y perdonó. Cambió el desaliento por la esperanza basada en la cruz asumida y resucitada. Ese es el sentido de una tradición que mueve al mundo. “Cambió el desaliento por la esperanza basada en la cruz asumida y resucitada. Ese es el sentido de una tradición que mueve al mundo”. EDITORIALITO La reconstrucción de Santa María, afectada por una grave emergencia, costará 24.000 millones, según la evaluación final. Se ofrecieron 8.500 millones. Pero el Gobierno Nacional aportará 3.500 millones. ¿Y el resto quien lo pone?