Nada más desestimulante para la lucha contra la gran delincuencia que azota cotidianamente a los ciudadanos, que los errores de la Justicia en buscar, encontrar y poner ante un Juez a los presuntos responsables del crimen. Estos fenómenos del delito callejero que se aprovechan de los momentos de relax y alegría, de la desprevención de quien solamente está disfrutando unos momentos o de quienes piensan que las calles de nuestras ciudades y sus medios de transporte son los métodos seguros para moverse. Y que creen que el gran peligro del país está por allá en las llamadas -peyorativamente- provincias y no a la vuelta de su esquina o dentro de un taxi al que acudió para sentirse protegido antes de irse a casa. Esa delincuencia está de plácemes porque ha encontrado a un Estado represor paquidérmico, improvisador, inexperto, muerto del susto ante la responsabilidad de probar la autoría de los criminales e incapaz de sustentar ante los avezados jueces los argumentos técnicos y legales de su trabajo.
Es lo que acaba de pasar, para vergüenza de ese Estado judicial, con el proceso adelantado contra dos taxistas presuntamente implicados en el asesinato de un agente de la DEA en Bogotá cuando éste tomó un vehículo y fue asaltado y herido de muerte. Los dos conductores, presentados con el más espectacular despliegue publicitario ante el país y el mundo como parte de una peligrosísima banda criminal, dedicada al llamado “paseo millonario” en las calles capitalinas, han recuperado su libertad en pocas horas porque simple y llanamente la Fiscal a cargo de la investigación no tenía cómo demostrar ante la señora Juez que contra los dos detenidos obraban pruebas, testimonios y otros elementos contundentes de responsabilidad en el grave hecho.
Independiente de que los dos taxistas continúen vinculados a la investigación, por cuanto esta apenas empieza, sí ha quedado un pésimo sabor del enrevesado manejo de un caso que, por razones diplomáticas, de seguridad y de conveniencia nacional, debía ser tomado con pinzas, bajo la dirección de funcionarios expertos y capaces y con el mejor apoyo técnico judicial para no dar pasos en falso ni “meter la pata” en forma tan notoria. Para un país con una tradición tan alta de respeto a la Justicia y de rigor en las investigaciones como lo es Estados Unidos, interesado como el que más en que esta investigación rinda prontos frutos, debe haber sido un pésimo mensaje lo ocurrido.
Por supuesto que no se trata de mandar a la “hoguera” a la novel Fiscal que le tocó asumir el proceso. Es el sistema en general, es la estructura de nuestro organismo de investigación el que ha quedado en tela de juicio, más allá de que se trate de un funcionario extranjero la víctima. Es el reflejo de lo que cotidianamente, y con mayor rigor negativo, deben sufrir quienes acuden a la Justicia para buscar la aplicación de un castigo contra los responsables o, por lo menos, de que esas tareas se hagan eficaz, eficiente y efectivamente. Y se aplique eso, Justicia.
“Para un país con una tradición tan alta de respeto a la Justicia y de rigor en las investigaciones como lo es Estados Unidos, interesado como el que más en que esta investigación rinda prontos frutos, debe haber sido un pésimo mensaje lo ocurrido.”
Editorialito
La llegada a Neiva de las candidatas que participan en el Reinado Nacional del Bambuco abre las puertas hacia el desarrollo final de nuestras tradicionales festividades, que se extienden a lo largo y ancho de toda la geografía del Huila.