Por primera vez en la historia de los Estados Unidos de México, el pasado martes 1 de octubre, Claudia Sheinbaum se posesionó como presidenta de uno de los países más importantes de Latinoamérica. Con una extensión de 1.964.375 kilómetros cuadrados, una población de 126.705.138 personas, una economía que lo ubica en el puesto 12 entre las 196 naciones del planeta y con una reconocida cultura machista y paternalista, que una mujer haya ganado por primera vez la presidencia de la República con una votación cercana a los 36 millones de votos que representan el 60% del total electoral en los comicios del 2 de junio pasado, habiendo ganado en 31 de los 32 Estados Mexicanos representando un partido de izquierda como MORENA, es un hecho de la suficiente trascendencia e importancia, como para pasarlo desapercibido.
Ella nació en el seno de una familia judía secular, el 24 de junio de 1962. Su padre, Carlos Sheinbaum, un químico de origen lituano y su madre Annie Pardo, una bióloga de familia búlgara, fueron académicos y empresarios. Su abuelo paterno fue un activo militante del Partido Comunista Mexicano.
La actual Presidenta tiene una licenciatura en física de la UNAM, en 1994 obtuvo el grado de maestría en Ingeniería Energética y posteriormente obtuvo el doctorado en Ingeniería en Energía. Como tal ha hecho parte del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias. Al crearse el Movimiento de Renovación Nacional (MORENA), como escisión del PDR, Claudia Sheinbaum fue postulada por esta fuerza política a la Alcaldía de México D.F. habiendo logrado su elección. Con ello sus labores académicas y científicas le dieron paso a otras de tipo político y administrativo, aunque es bueno precisar que desde muy joven militó en los movimientos progresistas de izquierda.
En su discurso de posesión dio detalles de su programa de gobierno que será como “segundo piso de esta cuarta transformación”. Mantener los principios y causas del movimiento de renovación política, económica, social y cultural de la nación. Reconoció que López Obrador alcanzó metas muy altas de gobierno como sacar de la pobreza a nueve millones y medio de mexicanos y mantener en los últimos años un crecimiento del PIB por encima del 3%. Su tarea será defender la austeridad administrativa, intensificar la lucha contra la corrupción y ampliar los programas de desarrollo social. Entre ellos el impulso a las mujeres, la apuesta por la educación y la ciencia, los retos en materia de medio ambiente y la lucha contra el machismo y el racismo.
El entusiasmo y fervor de los cientos de miles de congregados el pasado martes en el Zócalo para escuchar a la nueva mandataria son un símbolo de la fe y esperanza que hoy mueve al pueblo mexicano.