¡Y llegó la Navidad! Una fiesta que nos acerca como seres humanos, que nos dignifica. Una celebración que se construye en familia, que nos recuerda el valor de la solidaridad, de la verdad y la justicia; que nos inspira a construir con amor, prosperidad y esperanza. Navidad es momento de unión y de reconciliación, también de reflexión y de prepararse con intensidad para un nuevo momento.
Por qué no aprovechamos esta Navidad en Colombia para que, como ciudadanos comprometidos, nunca perdamos la esperanza de un mejor futuro. Para reivindicar nuestros tres activos que nos hacen poderosos como país. Me refiero a ser el segundo país más biodiverso del mundo, al hecho de ser una nación donde brilla la diversidad cultural (reflejado en tantas regiones, arte, literatura, patrimonio cultural, religioso y arquitectónico, lenguas y razas, entre otros), y a ser hoy el país con el talento más emprendedor de Latinoamérica según el WEF, con capacidades de innovación, trabajo, y responsabilidad especiales.
Puede ser que hayamos llegado a esta Navidad cargados de tristeza, desesperanza, odio y resentimiento. Pero acudamos de nuevo al hecho de ser parte de una nación grande y libre, que aún puede ser más grande y más libre, en donde a pesar de nuestras diferencias, podamos construir políticas de estado que enfrenten los desafíos que tenemos.
Tengamos el coraje de construir entre todos, así pensemos distinto, un país con menos pobreza, inequidad y desempleo, más productividad y competitividad, más formalización y, sobre todo, una nación integra y en paz.
Hagamos de esta Navidad entonces, un motivo para unirnos más, para construir proyectos colectivos, esos que nos alejan de las orillas del puente y nos encuentran en la mitad de este. Esos proyectos colectivos que nos han hecho brillar como país en el pasado y que evitan que sigamos en una nación construida desde la camorra, la peleadera y la destrucción sobre lo construido. Tengamos la capacidad de reconocer elementos de verdad aún en nuestros contradictores.
Dicen que la Navidad se representa en el pesebre y el árbol de Navidad. Pues el significado de cada uno se vuelve sustantivo para el futuro del país. Un pesebre que significa humildad para quienes ejerzan el futuro liderazgo público, una estrella que significa guía y esperanza para creer que podemos crecer con más integridad, unas bolas del árbol que significan abundancia y buenos deseos por el futuro de un país en paz y donde brille la tolerancia al distinto, unas luces que significan la urgencia de un país con más valores y principios, unas guirnaldas que representan la unión familiar y que nos invitan a una nación más equitativa, unas campanas que significan protección para anunciar un país más seguro y sin divisiones. Unos regalos que significan dar, en una genuina idea de un país con una opción preferencial por los marginados.
Finalmente, unos bastones de caramelo que significan cuidado y guía y el cayado de un pastor, para que nuestro país en 2025 y 2026 tenga un liderazgo que oriente con sabiduría, entrega y genuina vocación de servició por el bien común de nuestra gran nación.
A todos los lectores y sus familias, una muy feliz Navidad.
