Jhon Jairo Vargas Chavarro es un soldado profesional que lleva 19 años en las Fuerzas Militares. Aunque es oriundo de Tuluá, se considera hijo adoptivo del departamento del Huila. En sus comienzos fue guía canino, pero con el pasar del tiempo, su camino se inclinó por el desminado humanitario, una labor en la que salva vidas poniendo en peligro la suya.
Jhoan Sebastián Salazar
“El desminado humanitario es una labor hermosa pero a la vez peligrosa”. Así define su trabajo Jhon Jairo Vargas Chavarro, un soldado profesional de 37 años que ha dedicado más de la mitad de su vida a servirle a la gente.
Aunque es oriundo de Tuluá, departamento del Valle del Cauca, se considera hijo adoptivo del Huila, ya que trabaja hace 8 años en territorio huilense y reside en el departamento junto a su familia. Sus inicios en las Fuerzas Militares fueron como guía canino, pero, con el pasar del tiempo, encontró en el desminado humanitario una oportunidad para servirle a la gente.
“Jhon Jairo Vargas es un soldado profesional al que siempre le gustó servirle a la comunidad. Este amor por la profesión comenzó desde que yo ingresé a las Fuerzas Militares. El Ejército me dio la oportunidad de trabajar con perros, yo fui guía canino, pero con el pasar del tiempo mi carrera se fue inclinando por el desminado humanitario y en esto estoy de lleno hace prácticamente 8 años. Me gusta servirle a la gente, no me gusta ver a la gente reprimida por algo tan pequeño, pero que hace un daño enorme”, indicó.
El don del servicio
Pese a que diariamente corre peligro su vida, el don de servirle a la gente es lo que motiva diariamente a Jhon Jairo Vargas Chavarro. Su labor comienza todos los días entre 4:30 y 5 de la mañana y la misión sí o sí, es encontrar estos artefactos explosivos y destruirlos.
“En el escuadrón de UDH (Unidad de Desminado Humanitario) comenzamos labores entre las 4:30 y las 5 de la mañana. En una jornada tranquilamente podemos caminar, 3, 4 o hasta cinco horas buscando minas antipersona. Diariamente son 8 horas sagradas de trabajo, pero sea como sea tenemos que llegar al sitio donde están esos artefactos explosivos que le hacen tanto daño a la población colombiana y destruirlos. Aunque tenemos un protocolo a seguir, no voy a mentir que la vida de uno como desminador humanitario está siempre en riesgo, pero el don del servicio y el servirle a la comunidad es lo que me apasiona”, exclamó.
La retribución
Pese a que arriesga su vida todos los días, Chavarro poco piensa en eso. Todo lo contrario, a él lo llena de mucha alegría ver el agradecimiento y la gratitud de la gente por liberar sus territorios de minas antipersona. Sin embargo, durante sus años en desminado humanitario, también se ha encontrado con historias que conmueven. “Creo que lo que más me genera satisfacción de mi trabajo es ver feliz a niños y niñas que con nuestra labor pueden volver a una escuela, a campesinos que pueden volver a sembrar sus cultivos, poder ver el progreso que tiene el país. Sin embargo, uno en este trabajo también se encuentra con historias tristes de personas jóvenes que han sido víctimas de las minas, eso genera tristeza el ver que personas con mucho futuro vean sus sueños truncados por este tipo de hechos”, expresó.
Sueños
Aunque aún es joven (apenas tiene 37 años), Jhon Jairo Vargas Chavarro es un soldado agradecido con la vida y con Dios, porque le dio una familia hermosa y un trabajo que ama con todo su corazón. Sin embargo, exclamó que aún le falta un sueño por cumplir: ver a Colombia libre de minas antipersona.
“Como persona no puedo pedir más, tengo una familia hermosa, y como soldado creo que estoy más que satisfecho, estoy donde quiero estar, me gusta servirle a la gente y en el desminado lo puedo hacer y espero seguir haciéndolo, llevo 8 años viviendo en el Huila y esperamos declarar prontamente al departamento como territorio libre de minas, quizás el sueño que falta es ver a Colombia libre de minas, esperamos algún día cumplirlo”, finalizó.