Con distintos actos se cumplió la jornada internacional para la sensibilización contra las minas antipersonas, promovida por la ONU para rechazar la utilización de estos artefactos explosivos en los conflictos bélicos que han azotado al planeta en las recientes décadas. Con distintos actos se cumplió la jornada internacional para la sensibilización contra las minas antipersonas, promovida por la ONU para rechazar la utilización de estos artefactos explosivos en los conflictos bélicos que han azotado al planeta en las recientes décadas. Y dolorosamente Colombia es uno de los tres primeros países del mundo con 10.253 víctimas desde 1990 hasta febrero del 2013. De estas, el 62%, es decir 6.358 víctimas, corresponden a miembros de la Fuerza Pública y el resto (3.895) a civiles, especialmente niños y campesinos. Y los departamentos del Caquetá y Putumayo están en primera fila de las regiones que han padecido este flagelo. Las minas están justamente diseñadas para matar o incapacitar a sus víctimas. Por ello, se busca sobre todo que hieran gravemente o mutilen, y no tanto que maten, ya que un muerto no causa tantos problemas como un herido. Así, sus efectos más comunes son amputaciones, mutilaciones genitales, lesiones musculares y en órganos internos, quemaduras. Expertos calculan que hay más de 110 millones de minas repartidas en más de 64 países, la mayoría en África. Se estima que cada año más de 26 mil personas mueren o sufren traumáticas mutilaciones debido a las explosiones de estas armas que no distinguen entre combatientes y población civil. Lo peor es que pueden permanecer activas durante más de 50 años después del fin de un conflicto. El 90 por ciento de las víctimas de las minas son inocentes civiles, e incluso en muchas ocasiones los mismos que las han sembrado, en una retirada, las pisan. La gran paradoja de este horrible fenómeno es que colocar una mina puede costar unos 4.000 pesos colombianos, pero desactivarla puede llegar a mucho más: hasta dos millones de pesos. Y la absoluta falta de ética es que frecuentemente son las mismas empresas productoras de minas las que proporcionan servicios de desminado, en un ejercicio de negocio ya que están diseñadas para mutilar, más que para matar. Este aspecto es destacado frecuentemente en la publicidad de algunos fabricantes, los cuales se basan en la idea que es mejor mutilar al enemigo que matarlo, ya que una persona en condición de discapacidad supone un coste económico, social y moral mucho más duro que el de una persona muerta. En el caso colombiano será inevitable que los actores armados que las han sembrado y demás grupos se comprometan ante el país a ubicarlas, identificarlas y colaborar activamente en el desminado. Las Fuerzas Militares comenzaron esa tarea hace varios años. Pero lastimosamente muchas seguirán allí, a la espera de que un niño putumayense, antioqueño o llanero que corra por su balón en medio de un bosque las termine pisando o activando para desgracia de toda su vida. “Y dolorosamente Colombia es uno de los tres primeros países del mundo con 10.253 víctimas desde 1990 hasta febrero del 2013”. EDITORIALITO El abogado huilense Carlos Eduardo Géchem, asumirá como viceministro de Relaciones Políticas del Ministerio del Interior. El primer cargo al que llega un huilense en este Gobierno. Ya era hora. Sin duda, será un valioso interlocutor entre las regiones y el Gobierno Nacional. Nos alegra mucho. Y le deseamos mucha suerte.