Por: Cecilia López Montaño
Definitivamente entender las decisiones del presidente Duque es muy difícil, pero más inexplicable es la forma como asigna las carteras ministeriales. Nada menos que la Academia Colombiana de Ciencias “rechaza designación del nuevo ministro de Ciencia” y expresa “extrañeza y desaliento (…) teniendo en cuenta su participación comprobada en plagio de documentos académicos”. Es decir, es imposible sostener a Tito Crissien como nuevo ministro en esa cartera como reemplazo de Mabel Torres.
Definitivamente el presidente Duque no ve una con sus nombramientos. Cuando se le dice que es necesario refrescar el gabinete para que recupere algo de gobernabilidad que la tiene en el piso, es evidente es que se trata de las carteras de defensa, interior, justicia para no mencionar agricultura que poco aparece. Estos ministros flaco favor le hacen al gobierno por sus numerables salidas en falso que acentúan las razones para perder confianza en el gobierno. Sin embargo, el presidente los ratifica y cambio dos ministerios que no son el centro del debate. En cultura nombra a una mujer capaz pero cuya experiencia no está en este campo sino en comercio internacional donde debería haber sido asignada; y cambia a la ministra de ciencia y nombra a un personaje que llega allí no por sus cualidades como científico sino simplemente como cuota del senador David Name pero con cuestionamientos tan graves no solo por su capacidad como científico sino por su ética profesional. Plagio ha sido la causa de muchas caídas de ministros en países serios, pero no en Colombia.
Al mirar el panorama no solo de Colombia sino de toda América Latina es evidente que la pandemia ha demostrado que en esta región la ciencia y la tecnología no solo no tienen prioridad, sino que hoy es más evidente que nunca la necesidad de contar con capacidad científica. El gobierno crea este ministerio lo cual fue sin duda una decisión positiva que el país requería desde hacía mucho tiempo. Pero comete el gran error de seguirle la idea a la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez que ha resultado más clientelista de lo esperado y nombra a una mujer que desde su posesión se ganó la crítica de los científicos de este país. Anunció que había descubierto una forma de curar el cáncer sin seguir ninguno de los rigurosos pasos que se exigen para semejante declaración. Lejos de retirarla ella continuó con un ejercicio absolutamente desdibujado. Pobre ministerio. De ciencia nada de clientelismo todo.
Y ahora nombra a un personaje barranquillero, Tito Crissien envuelto en semejante escándalo y que no se destaca precisamente por ser un verdadero científico, aunque pose de serlo. Simplemente fue una cuota política, mermelada clarísima probablemente para lograr apoyos de esa enredada reforma tributaria que el gobierno va a presentar al Congreso de la República en los próximos días. Es realmente lamentable que de las pocas cosas positivas que podría demostrar el presidente Duque como la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en vez de tratar de mostrar resultados en este campo tan subestimado en el país pero tan prioritario para el desarrollo nacional, termina en ese panorama oscuro que tanto daño le ha hecho a Colombia como es el nombramiento de personajes cuyo mérito es ser precisamente una cuota de poder para una casta que no ha sido el mejor ejemplo para el ejercicio de la política colombiana.