EL CAIRO (AFP) – El ex presidente egipcio Hosni Mubarak se encontraba en estado de coma, en medio de tensiones en el país en torno al próximo jefe del Estado, tras una elección cuyo resultado es aún incierto, y entre intentos de los militares para reafirmar su poder. Incertidumbre en Egipto EL CAIRO (AFP) – El ex presidente egipcio Hosni Mubarak se encontraba en estado de coma, en medio de tensiones en el país en torno al próximo jefe del Estado, tras una elección cuyo resultado es aún incierto, y entre intentos de los militares para reafirmar su poder. El derrocado presidente, de 84 años y quien fue llevado desde una prisión al hospital militar del sur de El Cairo, se encuentra en coma y tuvo que ser colocado bajo asistencia respiratoria, indicaron a la AFP fuentes militares y médicas. “No está clínicamente muerto” como lo había anunciado antes la agencia oficial MENA, declaró una fuente médica. “Los médicos tratan de reanimarlo y fue puesto bajo asistencia respiratoria”, según esta fuente. Anteriormente, Mubarak fue trasladado de un sector con instalaciones médicas en la prisión de Tora, al sur de El Cairo, hacia el hospital militar de Maadi, luego de un ataque cerebral, según MENA. Numerosos egipcios, en tanto, sospechan que el asunto sea usado para suscitar la compasión hacia el ex dirigente y así propiciarle un tratamiento favorecido. Otros, sin embargo, consideran que el ex presidente es un escombro del pasado. “Mubarak es el pasado para nosotros. Debemos mirar hacia adelante, porque hay numerosos desafíos que superar”, dijo un joven islamista que se identificó solamente como Ihsan. La salud de Mubarak habría comenzado a deteriorarse después de ser encarcelado. Fuentes de la seguridad dieron cuenta de una depresión aguda, de dificultades para respirar e hipertensión. Su familia había solicitado su traslado a un hospital como era el caso antes de que el 2 de junio fuese condenado a cadena perpetua por la muerte de manifestantes durante la revuelta de enero y febrero de 2011 que lo llevó a la demisión. Las informaciones sobre una degradación de su salud se dan en un clima de tensión y de incertidumbres sobre el próximo jefe del Estado, luego de los comicios presidenciales que culminaron el domingo. Tanto el candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, como su rival, el último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, reivindican la victoria. Un grupo de jueces independientes, dirigido por el ex presidente de la Unión de Jueces, Zakaria Abdel Aziz, que supervisó las operaciones de voto, atribuyó la victoria a Mursi. El anuncio del resultado de las elecciones presidenciales, fue postergado a una fecha sin precisar, indicó la agencia oficial MENA. Según la agencia, “la Comisión Electoral, dirigida por el juez Faruk Sultán (…) decidió aplazar el anuncio de los resultados de la segunda vuelta”, disputada el 16 y 17 de junio. La comisión electoral examinaba los recursos interpuestos por los abogados de los dos candidatos sobre la violación de las reglas que rigen la campaña y el recuento de los votos. Pero el próximo presidente, sean quien sea, estará lejos de tener el poder casi absoluto que ostentaba Mubarak durante las tres décadas en que dirigió Egipto. Una “declaración constitucional complementaria” promulgada el domingo por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), que dirige el país desde hace 16 meses, da al ejército importantes prerrogativas, lo cual reduce considerablemente el margen de maniobra del futuro presidente. El CSFA confirmó su voluntad de entregar el ejecutivo al futuro presidente antes de fines de junio. Pero, por el contrario, las fuerzas armadas recuperan para sí el poder legislativo, después de la disolución la semana pasada de la Asamblea dominada por los islamistas aludiendo un vicio legal en el modo de escrutinio. Las fuerzas armadas se reservan también el derecho de intervenir en el proceso de redacción de la futura Constitución, piedra angular de un futuro equilibrio de poderes. Los militares también conservan amplias prerrogativas en materia de justicia y de policía, denunciadas por sus adversarios como una manera de mantener de hecho de la ley sobre el estado de urgencia vigente durante el régimen de Mubarak, en principio derogada hace algunas semanas.