La fundación Mujeres de Fuego son un colectivo de neivanas trabajadoras que han transformado su realidad enfrentando las diversas dificultades con valentía, creando un espacio de empoderamiento y apoyo mutuo, a través de la educación y el trabajo conjunto.
María Alejandra Ruíz Mallungo
@amperiodista
En un mundo donde la adversidad parece prevalecer, hay historias que brillan con luz propia, como la de la Fundación Mujeres de Fuego, un grupo fundado por Diana Patricia Hernández Reyes. Este colectivo, compuesto por madres trabajadoras de estratos 1 y 2 en Neiva, ha transformado la adversidad en oportunidad, construyendo un espacio de apoyo y empoderamiento para mujeres que, a pesar de las dificultades económicas y sociales, buscan mejorar la calidad de vida de sus familias. Diana comparte su experiencia con una sinceridad que conmueve y une.
“La Fundación nace hace cuatro años, en medio de la pandemia del Covid-19, un tiempo en el que el entorno emocional y económico se tornó caótico. Surge esta idea de crear un grupo de mujeres que fueran madres cabeza de hogar”, relata Diana.
Cada aporte recibido se traduce en empoderamiento y mejora de calidad de vida
Como madre soltera y profesional con formación en varias disciplinas, ha enfrentado sus propias batallas. A pesar de su preparación principalmente como psicóloga, haberse establecido laboralmente en Neiva ha sido un reto tanto para ella como para las demás integrantes del colectivo. Sin embargo, esto no las detuvo, pues su deseo de contribuir a su comunidad y sostener a su familia las llevó a unirse y a emprender.
Formación para mujeres
Con el apoyo de instituciones de educación técnica y superior, la fundación ha logrado que sus integrantes accedan a formaciones que se adaptan a sus necesidades y tiempos. Diana, que también es docente, resalta la importancia de la educación como motor de cambio. “Desde nuestros saberes, hemos venido fortaleciendo nuestras habilidades para proyectarnos y brindarle una mejor calidad de vida a nuestras familias”, expone. En esta búsqueda de superación, comenzaron a capacitarse en diversas áreas como muñequería navideña, pastelería, confección de ropa y bisutería, buscando siempre que las iniciativas sean sostenibles y compatibles con la crianza de sus hijos. “Esto les permite trabajar desde casa y no separarse de ellos (los hijos)”.
Cada aporte recibido se traduce en empoderamiento y mejora de calidad de vida. A medida que las mujeres aprenden nuevas habilidades, se transforma no solo su situación económica, sino también su autoestima y su papel dentro del núcleo familiar. Las ventas que hacen de sus productos generan ingresos que permiten a estas mujeres apoyar a sus familias, creando un ciclo de bienestar que se expande en la comunidad. “Las personas no siempre van a comer en cualquier lugar”, menciona Diana refiriéndose a la importancia de que sus productos sean certificados, lo cual les brinda seguridad y confianza en lo que ofrecen.
Transformación
La elección del nombre “Mujeres de Fuego” es más que simbólica; es profundamente significativa para sus integrantes. Diana explica que el fuego representa transformación, purificación y energía: “El fuego necesita ser avivado para que fluya”. Ella busca crear un espacio donde cada miembro del grupo contribuye, rescatando la idea de que las diferencias entre ellas se convierten en complementos. “Unidas en una sola llama” es el eslogan que guía a la fundación, un recordatorio constante de que juntas pueden lograr mucho más.
Con el paso del tiempo, han expandido su labor a la comunidad. Diana menciona las actividades sociales que realizan, como fiestas navideñas para niños, recolección de ropa y apoyo a poblaciones en condiciones vulnerables. Este compromiso social se ha convertido en un pilar fundamental de la organización. “El espíritu de colaboración y ayuda mutua nos mueve”, afirma Diana con orgullo mientras observa los logros del colectivo.
La labor de esta fundación es un humilde recordatorio de que la solidaridad y el trabajo en equipo pueden hacer la diferencia. En un contexto donde muchas luchan por salir adelante, “Mujeres de Fuego” es un faro de esperanza que envuelve a sus integrantes y a la comunidad en una llama de entusiasmo y transformación. Diana expresa que, “a pesar de las dificultades, hay una fuerza indomable en la unión de mujeres que, juntas, se atreven a soñar y construir un futuro mejor”. Su historia es un testimonio de resiliencia, compromiso y el inquebrantable espíritu de lucha que caracteriza a las mujeres que se niegan a ser apagadas.