De nada sirvieron las súplicas al alcalde de Neiva, Germán Casagua, ni los llamados a las mayorías del Concejo Municipal para que desistieran de tramitar el polémico crédito de 80 mil millones de pesos. Este empréstito, cuya inconveniencia es evidente ante la crítica situación fiscal de la ciudad, debió hundirse si primaba el buen juicio. Sin embargo, no hubo poder humano capaz de frenar este despropósito. Finalmente, en sesiones extraordinarias, la iniciativa fue aprobada, condenando a los neivanos a pagar, con su sangre tributaria, el precio de este desacierto.
La decisión, sin lugar a dudas, fue irresponsable, tanto por parte del alcalde -quien, paradójicamente, cuando era concejal opositor, rechazó endeudamientos similares presentados por su antecesor- como de los catorce concejales que avalaron esta iniciativa. Es irónico que, en el pasado, Casagua tuviera la razón al oponerse a tales propuestas, pero que hoy, desde el poder, incurra en el mismo error que censuraba.
La deuda de Neiva, que hoy supera los 90 mil millones de pesos, se elevará a más de 170 mil millones el próximo año gracias a este despropósito. Más allá de la cifra, lo alarmante es el deterioro de la capacidad de pago de la ciudad. Según la calificadora Fitch Ratings, el panorama financiero de Neiva es crítico. Los defensores de este crédito intentan justificarlo argumentando que cuenta con tres años de gracia, durante los cuales solo se pagarán intereses. Pero esta “gracia” no es más que una estrategia bancaria que encarece el empréstito, ya que, en el futuro, los intereses y el capital terminarán siendo una deuda impagable para la próxima administración.
Es indiscutible que las obras proyectadas con este crédito tienen relevancia, pero no son prioritarias, y mucho menos para financiarlas con un empréstito tan oneroso. Algunos concejales, para apaciguar las críticas que los señalan de tener pactos poco transparentes, afirman que vigilarán la correcta ejecución de los recursos. Es solo un intento por calmar las aguas.
En contraste, es justo reconocer la postura de los cuatro concejales que, con valentía, votaron en contra para defender los intereses de los neivanos: Héctor Javier Osorio, Juan Diego Amaya, Humberto Perdomo y Lourdes Meteus.
Con la inminente firma de este crédito, la ciudad quedará empeñada por años. No sería de extrañar que, en el futuro, los neivanos enfrenten incrementos en los impuestos y que la ciudad reciba sanciones derivadas de un endeudamiento insostenible y del incumplimiento de los límites en los gastos. Por donde se mire, el panorama financiero de Neiva es oscuro. Imperdonable.