En inmediaciones de la Alcaldía de Neiva se realizó ayer el Festival del Tamal, en la que participaron 80 productores. De acuerdo con Natalia Ortiz, directora del CEGO, en toda la jornada, que comenzó a las 8 a.m. y terminó a las 4 p.m., se vendieron 5.300 tamales.
Jhoan Sebastián Salazar
Ayer en inmediaciones de la Alcaldía de Neiva se llevó a cabo el Festival del Tamal, una iniciativa de la administración municipal en la que se vieron beneficiados 80 productores de tamales.
“El día de ayer tuvimos 80 productores de tamales, una estrategia de la administración municipal con el fin de reactivar la economía de nuestras familias, que también muchos neivanos conozcan todos los productores que tenemos en el municipio y también es como un abrebocas a las fiestas del San Pedro. En total fueron más de 5.300 tamales los que se vendieron en esta jornada”, indicó la directora del CEGO, Natalia Ortiz.
Sin embargo, más allá de las personas que venden tamales, detrás de eso hay historias. Una de ellas es la de Alicia Andrade, una mujer de 63 años y que lleva más de 4 décadas en el oficio de vender tamales. Ella aseguró que esta profesión es una costumbre familiar que viene desde las abuelas.
“Los tamales vienen de mano de las abuelas, es la costumbre familiar. Por la tradición que ellas crearon se ha ido de generación en generación a la cual nosotros hemos tomado unos tips que ellas tenían para continuar con este legado y así hacer un buen tamal”, indicó.
“Si no he perdido la cuenta, llevo haciendo tamales 46 años, tuve la fortuna de educar a mi hija en la universidad, esto se dio gracias a esta profesión, yo lo llamo así. El tamal yo lo amo, lo adoro, me salvó en los momentos más difíciles de mi vida”, complementó.
Apoyo en tiempos difíciles
El ser “tamalero” no es solo pararse y vender a los clientes que vayan llegando. Esto requiere de un proceso, que comienza con la compra de los insumos, la preparación de estos y posteriormente la construcción del tamal.
Todo este sacrificio de horas y horas ha ayudado a Alicia en tiempos difíciles. De hecho, ella aseguró que el tamal es el producto que la ha salvado económicamente en muchas oportunidades.
“El tamal en momentos complicados o difíciles, ha sido el subsidio de mi familia, me ha salvado en muchas oportunidades. Ya con el pasar de los años, la gente ya conoce el producto y van hasta mi casa a comprarlo. Ya en este festival, vendimos todo gracias a Dios, nos comentaron que trajera 80, pero creo que pude haber traído el triple y los había vendido”, dijo.
Emprendimiento
Otro caso es el de Javier Alfonso Cerquera, uno de los productores que se vio beneficiado con este Festival del Tamal. Él hace cinco años junto a su esposa tomaron la decisión de iniciar con un emprendimiento, afirmando que todo este tiempo ha sido lleno de bendiciones, incluso en época de confinamiento.
“Desde hace cinco años tuvimos esta idea junto a mi esposa de emprender este gran negocio, tanto económico como para la alimentación del hogar, es algo muy bueno. En todo este tiempo, desde que comenzamos con el cuento del tamal, nos ha ido muy bien gracias a Dios, cada vez crece más la industria”, exclamó Javier.
“Neiva es una ciudad muy tamalera y se me hacía extraño de que esta feria no se hubiese dado antes. En pandemia y en confinamiento, el tamal fue como dicen coloquialmente “el que nos salvó la patria”, para sacar los hijos adelante y que a ellos no les falte nada. Yo sé que llevo poco tiempo, muchos de los que participamos de esto llevan 10, 20 años, incluso hasta 40, pero en estos 5 años, he visto que el negocio del tamal da frutos, es un sacrificio enorme, pero vale la pena”, complementó.
Más testimonios
Ana Avellaneda: “Es un esfuerzo más para que a la casa no le falte nada, yo los hago cada ocho días en la casa. Normalmente hago 70, en Navidad por encargo llego a hacer hasta los 200, ese es el apoyo que yo tengo. Yo hace más de 10 años que hago tamales, la gastronomía siempre ha sido mi fuerte, a mí me fascina lo que es la cocina. Yo creo que tendrá la oportunidad de hacer tamales hasta que Dios me de licencia”.
María Cristina Quevedo: “Exactamente yo llevo haciendo tamales hace 10 años, es una tradición de la familia. Una tía mía fue la que comenzó junto a mi mamá, luego del fallecimiento de mi tía, quedó mi mamá y ahora soy yo el que sigue con esa costumbre familiar. En todo este tiempo los tamales se han convertido en un apoyo sustancial, para los gastos de la casa”.
Nidia Cruz: “Yo llevo haciendo tamales hace más de 10 años y el significado es mucho ya que eso me ayuda para las deudas y para mis cosas. A mí me gusta trabajar y esto lo veo como una profesión, es algo que hago cada ocho días, me gusta hacerlo y lo seguiré haciendo hasta que Dios me de la oportunidad”.