Todos queremos vivir en un país en paz, más tranquilo, sin violencia, pero es imposible lograrlo si en la casa no es así. Un niño maltratado y que crece viendo maltratar a su mama, será un hombre violento y maltratador en el futuro. En el Huila, tenemos el desafortunado primer puesto en maltrato de género. Esto nos avergüenza y obliga a emprender las acciones necesarias para combatir el maltrato a la mujer. La experiencia más triste que me toco vivir siendo secretario de gobierno, fue conocer de cerca el caso de Ana María, una joven de 23 años, de Oporapa. Su esposo delante de sus pequeños hijos le propino 43 machetazos y solo dejo de cortarla cuando pensó que estaba muerta. Afortunadamente ella se recupero y ese infeliz está en la cárcel y ojala por muchos años. Golpear una mujer, es un acto de cobardía que trae múltiples consecuencias. Le vulnera sus derechos fundamentales, la perturba emocionalmente, pierde su autoestima, le genera tristeza, vergüenza, inseguridad, y agresividad. Le resta productividad e impiden en ocasiones llegar a conocer sus capacidades y destrezas. La gobernadora, alcaldes y los representantes de los institutos nacionales y regionales deben tener como prioridad la recuperación de la familia. Deben poner en práctica políticas de equidad de género, educativas y de convivencia pacífica, con enfoque diferencial hacia la protección de los derechos de la mujer. Partimos de la premisa que todos deben dar buen ejemplo en el trato familiar. Por esta razón el Bolillo Gómez tuvo que abandonar la Selección Colombiana de Futbol, cuando se hizo público el ya conocido episodio donde le pego a una mujer. El pasado 21 de marzo leí una columna titulada “un alcalde que promete equidad y le pega a su mujer”, escrita por Pablo Medina Uribe y publicada en el portal La Silla Vacía. Me causó indignación el titular y más que fuera un alcalde del Huila al que se refiere el columnista. Allí se denuncio al alcalde de Tarqui por golpear supuestamente a su esposa en un taxi en Bogotá, durante la ruta entre el centro internacional y un conjunto residencial en el norte. A todo el que sea capaz de golpear una mujer hay que reprocharle pero más aún si está ejerciendo una posición de liderazgo que lo convierte automáticamente en un modelo a seguir. Así, que el alcalde Carlos Tole, de quien yo personalmente tengo un buen concepto, debe salir a aclarar lo sucedido. A la mujer no se le puede pegar, ni con el pétalo de la Rosa. Lo aprendí de mi padre y ojala todos los hombres lo tengan claro. ahprada@hotmail.com