Cuando Neiva duerme, una mujer de tez morena y temperamento fuerte se gana la vida vendiendo tinto, café en leche, pan y cigarrillos a los taxistas de la ciudad. Cuando Neiva duerme, una mujer de tez morena y temperamento fuerte se gana la vida vendiendo tinto, café en leche, pan y cigarrillos a los taxistas de la ciudad. Se trata de Gloria Orduz, una santandereana que llegó al Huila hace 32 años y desde entonces, a base de tesón y entrega, ha trabajado barriendo calles, vendiendo lotería, dulces y hace unos años tinto, para subsistir y vivir dignamente. LA NACIÓN, NEIVA En plena Carrera Séptima con Calle Séptima de Neiva, Gloria Orduz vende tinto y cigarrillos a los taxistas y transeúntes en las solitarias y frías madrugadas. Hace cinco años dejó su chaza de dulces a un lado y se dedicó a vender café y otras bebidas a quienes viven la Neiva nocturna. Desde muy joven la mujer ha desempeñado varios oficios con los cuales ha sacado adelante a su familia. Gloria, santandereana de nacimiento, llegó a Neiva a comienzos de 1980. Su madre, empleada de servicio arribó a la ciudad tras una oferta de empleo y desde entonces se quedaron para siempre. “Nací en Bucaramanga, pero prácticamente me crie en Bogotá. De allí, mi madre vino a trabajar en una casa de familia en Neiva y yo le colaboraba. Después de un tiempo me aburrí y decidí buscar otro trabajo. Lo primero que hice fue trabajar como mesera en un asadero que se llamaba Pollo Opita, luego vinieron otros empleos”, comentó. A los 20 años conoció a su esposo y tuvo su primer hijo. En ese entonces y luego de la llegada de su primogénito, fue empleada para barrer las calles de Neiva, luego vinieron otros oficios. “Había nacido mi primer hijo y tenía que trabajar, barría la Carrera Quinta hasta la Alcaldía en las madrugadas, era una tarea difícil y desagradecida pero tenía un hijo que alimentar”. “Luego de eso, me metí a vender lotería y chance, pero cuando recogieron los talonarios eso se acabó y otra vez tuve que empezar en un nuevo trabajo. Claro que no soy desagradecida, vendiendo lotería el di bachillerato a mis hijos mayores”, afirmó. La chaza de dulces Sin un empleo, Gloria empezó a vender dulces por las calles de la ciudad. Según la mujer, al principio no fue una tarea fácil, pero luego de unos años recorrió los llanos de Colombia y Venezuela con su caja de madera, ofreciendo confites y cigarrillos de feria en feria. “Al principio me daba pena vender dulces. Recuerdo que la primera noche no vendí nada, porque yo no ofrecía, no hablaba. Después una amiga me enseñó a trabajar y de ahí duré como cuatro años de arriba a abajo con la chaza, amanecía en las calles y bares trabajando”. “Luego por motivos personales y me fui para los llanos, estuve por Villavicencio, luego pasé al Casanare, Vichada, Arauca y después fui hasta Venezuela trabajando de feria en feria con la chaza. Luego de unos años, me devolví para Neiva y ahí comencé a vender minutos, era duro y yo necesitaba darle educación a mis dos hijos menores, entonces un conocido me dio la idea, de la cual hoy como y vivo”, expresó. Los tintos Ante la falta de empleo, Gloria materializó la idea que un conocido le sugirió. En plena Carrera Séptima con Calle Séptima, en la esquina del colegio La Presentación, la mujer instaló una mesa, dos sillas y empezó a vender tinto a los taxistas durante las noches y madrugadas neivanas. “Comencé con tres termos en toda la esquina de La Presentación, no fue fácil, pero poco a poco los taxistas me fueron conociendo y hoy vendo 120 tintos. Hasta la fecha vivo de esto, le di educación a mis hijos menores y hoy me siento orgullosa de mi trabajo”. Luego de unos años, Gloria reubicó su puesto unos metros adelante de dicho colegio, donde instala diariamente desde las 8:00 p.m. y hasta las 4:00 a.m. su tendal. “Mis principales clientes son los taxistas, yo les vendo tinto, café en leche, aromática, aguapanela, gaseosa, jugos, pan, cigarrillos y dulces. Soy amiga de todos los conductores, ellos me hacen el gasto y muchas veces para pasar el tiempo uno juega dominó con ellos o se sienta a hablar y les da consejos”. “Lo más duro es la trasnochada, estoy enferma de los huesos, he tenido problemas de colon. El médico me preguntó en qué trabajaba y me dijo que dejara esto, es que yo no descanso ni un día, pero la verdad no pienso dejarlo, vivo de esto”, expuso. A pesar de su estado de salud, los peligros de la noche y los eventuales ‘bajonazos’ en las ventas, Gloria manifestó que luego de tantos ires y venires en la vida, no está dispuesta a abandonar su trabajo. “Este trabajo es duro, por momentos se bajan las ventas y uno se preocupa. La noche no deja de tener su riesgo pero gracias a Dios nunca me ha pasado nada, pero lo que sí tengo claro, es que después de haber dado tantas vueltas en la vida, no voy a dejar mi puesto de tintos”. “Esta es mi forma de subsistir y lo hago con agrado. El tinto sea como sea me ha permitido darles educación a mis hijos y hoy mantenerme, pagar un arriendo, deudas, etc. Yo sólo le pido a Dios que me dé vida y licencia para seguir trabajando, porque como buena santandereana todavía me siento capaz de seguir luchando”, finalizó. Fotos Mario Portillo