Es una cruda realidad, algunos niños aprenden desde temprano a resolver sus diferencias u obtener lo que les interesa, mediante la violencia. ¿De quién lo aprenden? Es una cruda realidad, algunos niños aprenden desde temprano a resolver sus diferencias u obtener lo que les interesa, mediante la violencia. ¿De quién lo aprenden?, de los adultos de sus entornos, con el refuerzo de los mensajes de las industrias culturales como el cine, la televisión y los videojuegos. Aunque no existe un determinismo mecánico ni generalizable entre comportamiento adulto violento y aprendizaje infantil, es indudable que este tipo de actuación adulta constituye un factor estimulante para lo que hacen ciertos niños. Los escolares violentos no han aprendido otras maneras de solucionar sus conflictos y se guían por lo que el medio social les ofrece. Es lo que pasa cuando un padre golpea a la madre, insulta y se agarra a puños con el vecino o “corrige” a sus hijos con el palo y la correa; cuando se crece con desafecto. Pero lo más grave es que la caduca estructura curricular de la escuela colombiana tampoco tiene una propuesta seria, ni educadores preparados para enseñarles a los escolares algo distinto. Mientras desde el Ministerio de Educación se siga considerando que educar es privilegiar los conocimientos científicos y técnicos, la situación empeorará. Desde Aristóteles, pasando por Kant para llegar a Gardner, Goleman y Morin, sabemos que la formación humana orientada a la paz debe atender el cultivo equilibrado de las dimensiones cognitiva, ética y estética. Que hay que educar, respectivamente y de modo integral, para el reconocimiento de la verdad, el bien y la belleza. ¿Qué componentes curriculares y metodológicos tiene la escuela para la alfabetización emocional, base del control sobre los actos violentos? ¿Cuáles son los cursos y didácticas para favorecer una ética del respeto por el semejante? Lo que tienen los escolares, en suma, son muchas horas de matemáticas, lengua materna, ciencias naturales y sociales, idioma extranjero y computación. Conocimientos prioritarios para ingresar al mundo del consumismo y del mercado laboral (con pobres resultados). Pero nada de experiencias reflexivas orientadas al dominio de sí mismos, de la sensibilidad social, de cómo tratar conflictos interpersonales, cómo construir criterios morales o cómo atemperarse y hacer catarsis a través de las artes y el deporte. Entonces, señora ministra, señores secretarios de educación, señores periodistas, ¿qué se puede esperar? Una alternativa pedagógica no ensayada y promisoria es la de abrir espacio curricular, con igual importancia e intensidad horaria a las tradicionales asignaturas, a este tipo de experiencias de humanización. Para lo cual hay que preparar a los maestros. Si no es por ahí, sigamos quejándonos y reclamando más castigos y cárceles para los escolares, o sea, más violencia. *Docente Usco-Crecer