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“No acatamos el fallo” – Obert Alejandro Ortiz

Lo que quedó claro con el fallo de la CIJ sobre la delimitación marítima entre Colombia y Nicaragua Lo que quedó claro con el fallo de la CIJ sobre la delimitación marítima entre Colombia y Nicaragua, es la importancia del estudio y experticia en Derecho Internacional Público, entendido éste como el conjunto de normas que regulan las relaciones entre los Estados y entre éstos y los sujetos de derecho internacional. El hecho de entender cómo surgió,  etapas en su desarrollo histórico, fuentes, divisiones, sujetos que lo integran, forma histórica de solución de conflictos, surgimiento y consolidación de la celebración de tratados, surgimiento y contenido de la política ‘onusiana’, producción de normatividad internacional, instancias que interactúan en los contextos: del derecho internacional general, comercio internacional, derecho humanos, bancos internacionales, integraciones y  asociaciones de libre comercio y, el actual replanteamiento conceptual de soberanía que conocemos por el impacto de las TICs, la profundidad del concepto de comunidad internacional, la actuación más decisiva y visible de los individuos y de la sociedad civil y de las decisiones estaduales en materia de derechos humanos. Es en este último plano, que los colombianos debemos enfocarnos, dado el caso más inverosímil producto del fallo ya conocido (debemos leerlo), que nos deja sin una gran porción de territorio marítimo (más de 100.000 kilómetros cuadrados) a pesar de tener posesión hasta legal y legítima del mismo durante casi 200 años. Si bien, los Estados siguen siendo la unidad de medida en un escenario internacional, lo que prima ahora es la protección de las personas y de sus derechos como el primer objeto de la soberanía. Por ello, su resignificación conceptual. Es aquí, como colombiano conocedor de todos estos instrumentos internacionales, en especial de la Constitución de los Océanos y su Tribunal Internacional; que apoyo todas las voces, estrategias y acciones  para agotar los recursos necesarios y posibles ante la pérdida de este preciado bien de los colombianos, así como juicios y responsabilidades de todo orden por estos hechos. Por algo, ciertas naciones desconocen estas instancias y, nosotros, para que nos reconozcan el título de buenos cumplidores de este tipo de sentencias, en desmedro total, no debemos hacerlo. Podemos sentar un precedente internacional. Apoyemos a los Sanandresanos con su slogan “no acatamos el fallo” con una gran marcha nacional e internacional para mostrarle al mundo nuestro inconformismo. ¿Será mejor quedarnos inmóviles y mudos? Nicaragua celebró en las calles. Nosotros: ¿solo voces?