La Nación
¡No dejen morir el verdadero deporte! 1 6 julio, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

¡No dejen morir el verdadero deporte!

Avanza el mes de julio junto con uno de los eventos ciclísticos más importantes y representativos del mundo, el Tour de Francia. A diferencia de otras ediciones, siento que la de este año marca un hito importante, en la transición hacia un ciclismo frío, calculador y aburrido. Digo esto, por el debut del “Control Room” del equipo Visma – Lease a Bike, el cual consiste en una furgoneta utilizada por el equipo para recopilar una amplia serie de datos y métricas en tiempo real de la carrera, con el fin de afinar las estrategias de competición sobre la marcha.

Para algunos, el “Control Room” podría representar el pináculo de la evolución en el ciclismo, al cambiar las dinámicas tradicionales de carrera. En contraste, considero que la intromisión de la tecnología lleva a que el deporte embargue su espíritu, convirtiéndolo en algo frío y aburrido, me explico. En sus orígenes, el ciclismo se caracterizaba por la participación de personas comunes, las cuales, además de desarrollar un estrecho vínculo con su bicicleta, se dejaban guiar por las “sensaciones” y no por el cúmulo de datos que son arrojados por sensores y ciclocomputadores. Siento que la intromisión de la tecnología en el ciclismo lo vuelve algo predecible y libreteado.

Por otra parte, considero que herramientas como el “Control Room” podríamos encuadrarlas dentro de la categoría de “dopaje tecnológico”, al ofrecer ventajas significativas a los equipos que cuentan con el músculo financiero para costearlo. Como lo podrán imaginar, los equipos que cuentan con buenos ciclistas (en el sentido tradicional), pero que no tienen patrocinadores acaudalados, quedan en una desventaja significativa. Entonces, ¿Qué podríamos hacer frente a este tipo de avances?

En mi opinión, podríamos inspirarnos en la historia del mítico Grupo B del rally. Esta categoría del automovilismo se caracterizó por su laxitud regulatoria, llevando al deporte a horizontes inimaginados, al permitir que los equipos le dieran rienda suelta a sus billeteras e imaginación. Aplicado al ciclismo y a los demás deportes, podría pensarse en la creación del equivalente al Grupo B, para probar, madurar y democratizar nuevas tecnologías, antes de su arribo a las categorías principales del deporte.