No lo lograron domesticar

Esta columna será un poco diferente, más que analizar sí al gobierno Petro le ha ido bien o mal, de lo cual ya he hablado en otras columnas, me dedicaré a analizar su talante y las relaciones con el establecimiento colombiano. Pero antes de ello debo decir que a su gobierno le ha ido mal y debe resolver varios problemas si lo que busca es mejorar en imagen y evitar arrastrar a su sector político a una debacle electoral.

Por ello, los siguientes párrafos los dedícate a analizar una característica del presidente, la cual me parece positiva y que será reconocida en algunos años o un par de décadas, en la actualidad se ve como terquedad. Me refiero a que las élites tradicionales no lo lograron domesticar.

Cunado el presidente Petro llegó al poder, por la cabeza de muchos políticos y sectores tradicionales pasó por la idea de que, al final, Petro no sería tan radical y que se dejaría guiar por los poderes que siempre habían gobernado. Ese proceso de domesticación es bastante común en los mandatarios outsider o que vienen de sectores históricamente marginados. Por ejemplo, Lucho Garzón, exalcalde de Bogotá, si bien su bandera bastante exitosa fue Bogotá Sin Hambre, lo cierto es que no cambió el statu quo, se mantuvo dentro de los márgenes sin complicar al establecimiento. Como esos hay mil y un ejemplo. Uno de los peores es el caso de Angelino Garzón, quién de ser militante de la Unión Patriótica paso a ser un uribista acérrimo.

Por el contrario, el presidente Petro no se ha dejado domesticar, sigue empecinado en provocar grandes reformas y el patear el tablero político. Más allá si se está o no de acuerdo con la reforma a la salud, o la de pensiones, o la laboral, lo cierto es que no cede ante presiones, ni negocia las líneas rojas de estas reformas. Igualmente, en su equipo de gobierno son pocos los que no son petristas y eso ha cambiado de a poco esa vieja burocracia que gobernó a Colombia durante más de 120 años y que provocó todo tipo de desastres.

Obviamente, un Petro no domesticado, es una convulsión política todos los días, con debates, peleas y enfrentamientos de todo tipo. Lo cual a su vez afecta la imagen del país y sumado a los escándalos de corrupción del gobierno pues su imagen y futuro es complicado. En todo caso, querer un modelo de sociedad que no es el mismo que impusieron las élites en los últimos 120 años y que causaron todo tipo de desastre, siempre será alentador.

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