Es tiempo de los Planes de Desarrollo. Este no puede ir en contra de los seres humanos. Su mejor medida la ofrece las condiciones materiales y espirituales de los habitantes de un país, región o ciudad. Detrás de un plan de desarrollo hay una filosofía misma de sociedad. En las últimas décadas el Huila ha sido dirigido por la misma élite entrelazada por la politiquería, el clientelismo y la corrupción, moldeando un esquema político – administrativo para beneficiar la misma rosca que engorda con los recursos públicos. Generaciones de líderes unidos por unos mismos intereses, sin principios ni preceptos éticos que jalonen la administración pública. No asumen los cargos para trabajar por los intereses colectivos sino pensando en su próxima campaña y en los contratos para favorecer a los suyos. Betania, Quimbo y la explotación petrolera en municipios opitas, han sido pensados y diseñados por multinacionales y gobierno central, ajenos al departamento. Por eso “nuestro desarrollo” ha sido de carácter exógeno, que explota nuestros recursos pero extraño a nuestros propios intereses. Y entonces ¿la tal “clase dirigente” opita qué? Vendieron Betania, Alcanos, la licorera y la mayoría de sus obras estaba carcomida por la corrupción. El Reservorio es un buen ejemplo de los abultados costos que dispara una mala estructuración en los contratos. Ellos nunca han creído en nuestro verdadero potencial, que es el bienestar de los huilenses, objeto de todo desarrollo. Los errores cometidos por administraciones pasadas exigen a gritos un viraje fundamental. Hay una larga lista de frustraciones: las tasas de desempleo e informalidad, son consistentes con los datos de pobreza, indigencia y desigualdad, tanto en Neiva como en el Huila, que nos ubica entre los departamentos màs subdesarrollados del país. Y la situación del mercado laboral incide en los sistemas de salud, educación y vivienda. La solución al desempleo y la informalidad está en la generación de empleos de buena calidad en el sector formal y en la formalización del amplio mercado informalizado. Pero podemos quedarnos en cuentos de hadas como los cuarentamil empleos que nunca llegaron. Ante el urgente bloqueo por todos los costados, la actual administración tendrá que decidir si sigue haciendo politiquería con las obras públicas o si construye obras transparentes que cambien el triste estado de nuestras vías.