Nuevos detalles del crimen de huilense en USA

Una historia macabra que ha resonado en todos los rincones del mundo se hila con los testimonios que van saliendo a la luz frente al sangriento asesinato de Anyi Tatiana Montealegre Izquierdo, oriunda de Gigante, Huila. La joven fue hallada en su habitación sin vida, con heridas de arma blanca y signos de asfixia. Hoy será sepultada en su tierra natal.

Johan Eduardo Rojas López
Johan.rojas@lanacion.com.co

Nuevos detalles sobre el cruel asesinato de una joven huilense que vivía en Estados Unidos salen a la luz pública.

Wilhelm Alexander Roberteau es el propietario de la casa móvil en donde Anyi Tatiana Montealegre Izquierdo residió los últimos meses de vida, junto a su pareja sentimental y asesino, Jhon Jidier Vanegas Romero.

El arrendatario, también de nacionalidad colombiana, no solamente les dio la ‘mano’ durante su estadía en ese país, sino que, además, fue quien descubrió el cadáver de la joven de 23 años que describe como “carismática, graciosa, respetuosa y alegre”. Ese trágico hallazgo se convirtió para él y su mujer en una película de terror a la que le están dando fin con la repatriación del cuerpo.

Según su relato, conoció tanto a Anyi Tatiana como a Jhon Jidier cuando ellos llegaron de Gigante, Huila, a trabajar en una bodega en donde empacan repuestos para carros relacionados con Amazon. Sin embargo, en ese momento, aún no vivían en su propiedad, pues se hospedaban en otro lugar con una compañera de trabajo, -también colombiana-, que los terminó “sacando” porque, al parecer, “tenían algunos altercados o conflictos de pareja”. Ella, precisamente, fue el enlace para que se consolidara la relación existente entre la pareja y el Wilhelm Alexander.

“La muchacha tiene un niño, entonces, no era muy bueno para ella tener esos conflictos entre Jhon y Tatiana, en su hogar, por eso, les pidió que se fueran. Ellos sabían que yo tengo una casa móvil que, en ese momento, estaba desocupada, la cual cuenta con varias habitaciones, y les quise arrendar una, pero les di cátedra de que aquí las personas, cuando ven problemas domésticos, te llaman a la Policía y, entonces, les hice saber que por eso podían perder los papeles”, manifestó el dueño de esa propiedad.

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La ‘cátedra’ no sirvió

Esos consejos brindados, de acuerdo con Wilhelm Alexander, permitieron que la situación de violencia cesara aparentemente. No obstante, al estar a media hora de esa residencia, dejó de “monitoréalos” para que “hicieran su vida privada”.

Así, poco a poco, le fue tomando confianza a sus inquilinos y, de hecho, empezó a contratar esporádicamente, ciertas horas, a Jhon Jidier durante los días que descansaba, porque en la bodega trabajaba solamente cuatro días y los otros los ocupaba con vecinos que le pedían colaboración para realizar obras de construcción.

“Él trabajó en algunos de mis proyectos porque yo tengo una compañía que contrata con el Estado”, sostuvo el propietario de la casa móvil, quien añadió que, las últimas veces que los vio juntos, pensaba que estaban bien y “no pensé que tuvieran conflictos así”.

Ese traslado de vivienda se dio dos meses y dos semanas antes del fatídico desenlace. Ahí conocieron a otra joven de 18 años de edad, que vivía en esa misma propiedad y se hizo muy cercana a Anyi Tatiana, quien, entre otras cosas, hoy, luego de lo sucedido, cuenta que en varias oportunidades presenció discusiones, sin embargo, después observaba que se contentaban rápidamente. Incluso, en alguna oportunidad tuvo que pedirles que bajaran el tono.

Así descubrió el cuerpo

Siendo aproximadamente las 8 de la mañana (hora Estados Unidos), Wilhelm Alexander se encontraba en su oficina realizando ‘papeleos’ cuando recibió una llamada de la misma joven que les tenía arrendado antes, quien le advirtió que Jhon Jidier había intentado dormir esa mañana en la bodega donde todos laboraban. Según lo que ella le informó, el hombre había renunciado a su cargo argumentando que “había hecho algo loco” y “traía una mano lastimada”.

“Ella me llamó para pedirme que me asegurara de que todo estaba bien en la casa. Yo inmediatamente salí para allá y al llegar, abrí y comencé a tocar en todas las habitaciones. Primero fui a chequear que la niña estuviera bien (la otra inquilina), pero ella no estaba porque mantenía saliendo mucho y a veces se quedaba donde una amiga. Luego verifiqué en la habitación de invitados y ahí no había nadie”, recordó.

Acto seguido, llegó a la habitación de la pareja huilense y, tras tocar varias veces y llamarlos, nadie atendió. “Ahí fue cuando abrí la puerta y vi todo. Prácticamente el cuarto estaba en orden, pero al mirar bien, vi una mano saliendo de unas sábanas negras con las que estaba cubierta y empecé a ver un charco de sangre en el piso. Con eso confirmé que la había matado”, precisó Wilhelm Alexander.

El cadáver fue hallado en el piso, mientras que la cama estaba bien tendida y no había indicios de nada extraño.

Su presunto asesino es su pareja sentimental Jhon Jidier Vanegas Romero.
Su presunto asesino es su pareja sentimental Jhon Jidier Vanegas Romero.

Sin respiración y con dolor

Al salir del lugar, bajo un impacto que le quitó hasta el habla, pero se notaba en cada facción de su rostro, llegó a su vehículo en el que lo esperaba su esposa. Allí, lo único que logró pronunciar fue: “llama a la Policía porque él la mató”. Eso despertó inmediatamente dolor en su pareja, quien empezó a gritar con desconsuelo, casi que al mismo ritmo que él, generando un solo estremecedor sonido y un llanto inconsolable.

En ese momento, pasó un vecino de la zona al que le contaron lo sucedido y le pidieron que rectificara dentro de la vivienda porque todo, -cada escena-, pasó en cuestión de segundos y se quería pensar que todo había sido una visión errónea. Básicamente, el shock los tenía en negación.

Había muchas dudas y una nube ‘negra’ que no les dejaba pensar con claridad. Posteriormente llegó la Policía, quien en un principio tampoco entendía muy bien lo que sucedía porque ellos aún no lograban calmarse del impacto. De hecho, el hombre resultó en el hospital por una subida de tensión.

Las confesiones del feminicida

Jhon Jidier, cinco días después de cometer el asesinato, se quitó la vida al colgarse de un árbol. Sin embargo, antes de eso, en varias oportunidades dio algunas pistas que darían cuenta de cómo ejecutó el crimen. Cuando se encontraba huyendo, se comunicaba con un amigo que le estaba brindando información a las autoridades y, dentro de esas charlas, le confesó que la había apuñalado en una oportunidad y, seguidamente, “como no se moría” la asfixió.

Pero, según Wilhelm Alexander, las autoridades confirmaron que no se trató de una sola puñalada, sino varias. “Según los cálculos que tenemos, la mató sobre las 2:30 de la mañana del domingo 13 de octubre. Fueron varias puñaladas y su cuello estaba muy negro, es decir, con signos de sofocamiento; también la ahorcó”, contó el hombre.

Eso significa que, el feminicida acabó con la existencia de Anyi Tatiana casi una hora después de que ella cruzara mensajes vía WhatsApp con su padre Gilberto Montealegre.

Dentro de su relato, el arrendatario agregó que “llegaron unos amigos de un concierto y lo vieron tomando afuera a esa hora, más o menos, como si nada hubiera pasado y no durmió en el tráiler, sino que se fue a dormir en el carro a las últimas calles, por allá atrás, porque es una calle larga. Les dijo a los amigos que estaba peleado con Anyi Tatiana. Ya el domingo se fue a donde unos compañeros de trabajo a tomar desde las 11 de la mañana y se puso a cantar; después lloraba, luego estaba bien; es que estaba como loco porque hasta ahora me vine a dar cuenta de que, al parecer, también andaba envuelto con el tema de drogas”.

Wilhelm Alexander aseguró que, dentro de su estado de alicoramiento, él mismo les comentó a algunos amigos que había matado a Anyi Tatiana, pero nadie le creía porque llevaba tres días tomando; pensaron que era una broma por estar borracho. Presuntamente, la mató por cuestiones de celos, bajo efectos del licor, marihuana y, al parecer, hasta cocaína.

El temor se acabó con el suicidio

Aunque a nadie se le desea la muerte, la realidad es que el suicidio del asesino les quitó a todos los que se vieron involucrados por conocerlos, el peso del temor que sentían cuando estuvo prófugo.
Esa inseguridad constante les generó algunos delirios de persecución, los cuales se acrecentaban diariamente, incluso llegando a revisar a detalle cada espacio que transitaban. Tanto así que, les tocó andar armados, dado que las mismas autoridades habían advertido a los estadounidenses no acercarse a Jhon Jidier por tratarse de una persona peligrosa. Algunos otros cambiaron de residencia y tomaron medidas para alejarse de la situación.

La primera vez que lo localizaron, luego del hallazgo del cadáver de Anyi Tatiana, gracias a que le envió la ubicación a la única persona con la que habló por videollamada en ese momento, fue a escasos 25 minutos del lugar de los hechos. Hasta allá llegó Wilhelm Alexander, en aras de verificar que no se escapara, pero la Policía lo alejó mientras cercó la zona. No obstante, no pudieron ingresar por tratarse de una propiedad privada, “pero se veía muy abandonada, en medio de un monte”.

“Mientras tanto, el amigo seguía en videollamada con él, hasta que, al parecer, oscureció y Jhon Jidier se dio cuenta de la presencia de las autoridades por las luces. Desde ese momento colgó y no volvió a contestar”, afirmó el arrendatario.

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Sin justicia

Para él, en el asesinato de Anyi Tatiana no hubo justicia, habida cuenta que se esperaba que el feminicida hubiera sido puesto al recaudo de las autoridades, pero “tal vez no pudo con el remordimiento y él ya tenía pensado lo que iba a hacer en ese aspecto”.

Ayer llegó el cuerpo de Anyi Tatiana a Gigante

Ayer llegó a Gigante, Huila, el féretro con los despojos mortales de Anyi Tatiana Montealegre, víctima de feminicidio en Estados Unidos. Fue recibido con una caravana realizada por la gente que tanto la amó y la seguirá amando por la eternidad. El entierro será hoy después de la misa que se desarrollará a las 9 de la mañana.

“Emocionalmente todavía estoy como un globo, no sé para dónde voy. Yo en lo único que estaba enfocado era en enviar el cuerpo de Anyi Tatiana a su país, con su familia, porque entiendo el dolor; para mí también fue como parte de mi familia. Era una niña y yo también tengo niñas de esa edad. No he podido trabajar muy bien, entonces tengo mis trabajos pausados, pero ahorita por fin estoy retomando. Ya se hizo lo que se pudo hacer por la niña y ahora se está tratando de hacer algo por él para repatriar el cuerpo porque también duele mucho que eso haya terminado así porque eran muy jóvenes y llenos de ilusiones”, concluyó el hombre que los acogió en USA.

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