Obando, un poblado entre tumbas

Los sitios arqueológicos hacen parte de los atractivos de Obando.

¿Quiere internarse en las tumbas indígenas, explorar las cavernas y revivir las tradiciones de nuestros antepasados? Obando, una inspección ubicada a tres kilómetros de San Agustín, Huila, les espera.

Si desea penetrar las cuevas y tumbas indígenas, contagiarse de la cultura agustiniana, disfrutar de un clima de 20 grados centígrados y compartir con pobladores de origen netamente indígena, Obando, inspección de San Agustín, es la mejor opción.

Basta con tomar una motocicleta, bicicleta o un caballo y empezar a disfrutar de los extensos y verdes paisajes que bordean la ruta que conduce hacia la localidad. Una vía pavimentada en tramos y destapada en otros, lleva al turista hacia el destino mágico y arqueológico.

Fincas y hoteles lujosos, de gran impacto turístico y toda una industria panelera y artesanal se observan sobre la carretera que media hora después, sobre el cañón del río Magdalena, concluye en un caserío típico, tradicional, de casas grandes en bahareque, con una arquitectura propia: Obando.

El parque principal recibe a los turistas. Y una choza de gran tamaño cobija un verdadero tesoro arqueológico: tumbas indígenas cuadradas, circulares y cavernas húmedas y oscuras donde los visitantes pueden contagiarse del misterio agustiniano, transportarse miles de años y revivir un encuentro con nuestros antepasados.

Una colección de alfarería, artefactos líticos, estatuaria y fragmentos de escultura, en su mayoría relacionados con las pautas funerarias de San Agustín y los indígenas Yalcones, están a la vista.

“En total hay 108 piezas arqueológicas”, dice la administradora, mientras enciende las luces de la choza mayor y muestra las reliquias a quienes deseen conocerlas. Muchas de las esculturas ya no están. Las hurtaron extranjeros, otras reposan en museos en Bogotá. “Hay 78 piezas en cerámica, 26 artefactos líticos, 3 estatuas y una roca de El Jabón”, añade la mujer, mientras exhibe bolsos elaborados por mujeres de Obando. Lo mismo que manillas, camisetas y otros productos propios de la región.

Y el cuy
Afuera, al lado de la vía empedrada principal está Obandicuy, un curioso restaurante donde la especialidad es el cuy, un animal que se produce en el mismo establecimiento y cuyo alimento se consume asado, cocido, frito y hasta su sangre transformada en vino. Tres golpes en la cabeza del animal bastan para que muera repentinamente. Y una puñalada en su nariz es necesaria para extraer su sangre. La mezcla con un poco de vino la convierte en la combinación perfecta para el deleite del paladar de propios y extraños. “Sirve como defensa en el cuerpo y para aumentar el potencial sexual”, expresa Javier Jiménez, un ingeniero de Pitalito que llega hasta Obando exclusivamente para probar el cuy.

El animal se pela con agua hervida, se adoba como un pollo y en el horno se expone 15 minutos a fuego lento para que esté listo. Papa, yuca y arepa le acompañan. Una chicha, vino o gaseosa, quedan bien con el plato.

El sitio es autóctono, está decorado con figuras propias de la región y sus empleados conocen el proceso de la preparación del cuy. Al menos, pasean al turista y lo llevan hasta un cuarto especial, al fondo del establecimiento, donde cultivan los animales desde pequeños. A un lado, las cuy reproductoras. Animal que no para con rapidez termina muerta. Las buenas criadoras gozan de más años. Hay 200 animales listos para el garrote y el asador.

A las afueras de Obando está una verdadera industria panelera liderada por la Junta de Acción Comunal. Tiene sus propios socios, pequeños productores de caña que ven en la empresa la oportunidad para procesar su producto y expenderlo en almacenes y supermercados.

La humareda que sale de enormes chimeneas ubica la industria panelera. Allí decenas de hombres muelen caña en los trapiches, extraen el guarapo y lo someten industrialmente a elevadas temperaturas hasta convertirla en panela. Tienen medidas de seguridad, protección y todos los requisitos para trabajar. La ganancia es repartida. Lo importante es trabajar, dicen, mientras hablan de las bondades de Obando, una localidad ubicada a 1.700 metros sobre el nivel del mar que hospeda a una población de mil habitantes aproximadamente.


La explotación de la caña panelera es fundamental en la región.


Cuy al gusto, uno de los grandes atractivos gastronómicos en Obando.
 

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