Durante dos años, hemos sido testigos de los discursos cargados de retórica “anti combustibles fósiles” por parte de Gustavo Petro y su equipo. Sin embargo, aunque un poco tarde, parece que la realidad comienza a imponerse sobre la ideología. La semana pasada, la Junta Directiva de Ecopetrol anunció un ambicioso paquete de inversiones de mil millones de dólares destinado a proyectos de producción y recuperación de reservas de crudo y gas.
Según el comunicado oficial de nuestra petrolera estatal, esos recursos están previstos para el bienio 2024-2026, con el objetivo de impulsar proyectos de exploración y desarrollo. La estrategia se enfoca en aumentar la producción y optimizar la recuperación de reservas tanto en plataformas continentales como en operaciones costa afuera.
Un aspecto especialmente llamativo de este anuncio es que, de acuerdo con el vicepresidente ejecutivo de la empresa, Rafael Guzmán, la mitad de esa inversión, es decir, 500 millones de dólares, se destinarán al departamento del Huila. Con ese capital, se perforarán 80 pozos, tanto productores como inyectores, ejecutando operaciones de recobro primario y secundario. Guzmán señaló que estas inversiones están previstas para los próximos dos o tres años y que ya cuentan con la aprobación de las licencias ambientales correspondientes.
Sin duda, esta es una excelente noticia para destrabar la seguridad energética del país, hoy paralizada por un sesgo ideológico absurdo. Para el Huila, en particular, este anuncio representa un respiro y una esperanza. La llegada de estas inversiones no solo traerá nuevos empleos, sino que, de manera crucial, aumentará las regalías para la región, tan escasas en estos tiempos.
No obstante, no podemos evitar expresar cierto escepticismo, no por capricho, sino por las experiencias vividas en estos dos años. Ojalá esta vez el anuncio no se quede solo en palabras, como ha sucedido con tantas otras promesas del actual gobierno. Aunque lo anunciado provenga de una empresa autónoma como Ecopetrol, es imposible ignorar que su independencia ha sido erosionada. Hoy, tanto su Junta Directiva como su gestión administrativa están fuertemente influenciadas por el gobierno, comenzando por el hecho de que la gerencia está a cargo de quien manejó las cuentas de la campaña presidencial de Petro.
A esto se suma la preocupante situación financiera de la empresa. Además del escandaloso despilfarro de su presupuesto en billonarios contratos por amiguismo, hace unos días Ecopetrol sufrió una significativa caída en el valor de sus acciones, con un desplome del 4,38%. La respuesta negativa del mercado se produjo tras la decisión de la banca de inversiones JP Morgan de reducir su precio objetivo para diciembre de 2025, de 12 a 8,50 dólares. Esta revisión impactó inmediatamente las bolsas de valores, con una fuerte caída tanto en Colombia como en Nueva York, un golpe sin precedentes para la petrolera.
Por tanto, aunque celebro con entusiasmo las inversiones anunciadas para el Huila, no podemos ignorar la preocupación de que Ecopetrol esté siendo conducida por un camino oscuro, uno similar al que llevó a la ruina a PDVSA en Venezuela, alguna vez la segunda empresa petrolera más grande del mundo.