En 2021, el gobierno de Iván Duque enfrentó un año muy difícil (post pandemia y “estallido criminal”) con un presupuesto de $271 billones; en 2022, creció a $350 billones, entregando el país fiscalmente recuperado. Llegó Gustavo Petro y aumentó el presupuesto a $405 billones en 2023 y $502 billones en 2024. Además, acrecentó la deuda de $759 billones en 2022 a $934 billones en 2024, y, a pesar de todo, enfrenta un hueco fiscal de $52 billones para 2025.
¿En qué se gastó el dinero? La respuesta es desalentadora y triste: en derroche y corrupción. Además, creció la nómina un 20% anual; Ecopetrol perdió el 50% de su valor en bolsa; a las ocho EPS intervenidas les adeuda $1 billón; acabó con los subsidios de Mi Casa Ya; la Fuerza Pública no tiene recursos para mantenimiento de aeronaves ni combustibles, y no hay inversión en proyectos clave del país, entre otras situaciones críticas.
En fin, la situación financiera es tan caótica que el Comité de la Regla Fiscal advirtió sobre la necesidad de un recorte drástico al presupuesto para evitar el colapso fiscal. Sin embargo, el gobierno solo planea recortar $12 billones a la inversión de 2025, mientras mantiene sus excesivos gastos de funcionamiento.
Ahora, como al inicio de su mandato, Gustavo Petro insiste en tomarse el Fondo Nacional del Café con argumentos falaces. Su intención es gastarse los recursos de los cafeteros, hoy manejados con pulcritud y eficiencia por la Federación Nacional de Cafeteros. Y aunque 18 de las 34 cooperativas de caficultores le deben al Fondo, solo el 3,7% de la producción anual, menos del 1% de las 556 mil familias cafeteras tienen deudas a futuro con aquellas entidades.
Los cafeteros aportan al Fondo del Café U$6 centavos de dólar por libra exportada, sumando U$90 millones anuales. Estos recursos no hacen parte del presupuesto nacional. Hoy, el Fondo tiene un sólido patrimonio de U$340 millones, de los cuales U$110 millones son cuentas por cobrar a cooperativas que incumplieron entregas durante la pandemia. Gracias al Fondo, aquellas cooperativas han evitado la quiebra.
Por tanto, es crucial aclararle a Petro -y advertirle- que ni el Fondo del Café ni la Federación de Cafeteros están en riesgo. Ambos son financieramente sólidos; de carácter privado y pertenecen exclusivamente a los cafeteros. Además, el contrato del Fondo con el Estado, que va hasta julio de 2026, es intocable, así de claro. Cafeteros, ojo con el Fondo del Café, porque lo quieren saquear.