Causó esta semana una profunda conmoción el crimen del docente y artista huilense, Edgar Eduardo Victoria Segura, en hechos ocurridos en la vía entre Belalcázar, Cauca, y La Plata, Huila, una región plagada de disidentes de las Farc.
Como es de conocimiento público, el profesor Victoria Segura, oriundo del municipio de El Agrado y egresado de la Universidad Surcolombiana, se desplazaba en un vehículo junto a otros dos docentes y una menor de edad. Regresaban al Huila tras una semana de labores académicas en la Institución Educativa Empresarial de Montecruz en el resguardo indígena de Vitoncó, ubicado en el municipio de Páez, Cauca. Sin embargo, a la altura del puente de la vereda Ricaurte, un grupo de disidentes de las Farc abrió fuego de manera indiscriminada contra el automotor. Una de las balas perforó el vehículo, impactando en la cabeza al profesor Victoria.
La verdad es que desplazarse entre La Plata, Huila, y el Cauca es hoy un peligro, debido a las permanentes incursiones de los frentes Hernando González e Ismael Ruiz, ambos pertenecientes al dividido Estado Mayor Central de las Farc. Una parte de estas disidencias están en diálogos de paz con el Gobierno de Gustavo Petro y la otra libra una guerra sin cuartel.
El crimen del docente huilense es uno más de una serie de hechos de violencia que evidencian cómo grupos ilegalmente armados tienen el absoluto control de los límites de Huila y Cauca. Las disidencias han sabido además aprovechar muy bien que el Ejército a la hora de atender las alteraciones de orden público pregunta, primero, si es jurisdicción de la Novena Brigada o de la Brigada 29. Y para completar la Policía y el CTI de la Fiscalía miran de lejos la región.
Tras el crimen del profesor Victoria, hubo muchas voces de repudio, pero muy pocas pidiéndole al Gobierno Petro acciones contundentes para retomar el control del occidente del Huila y el Cauca. Pareciera que a la hora de reclamar seguridad, pesaran más las motivaciones ideológicas y políticas.