Escuela de Padres invita a enseñar a los hijos para que descubran el mundo y aprendan de sus propias equivocaciones. Escuela de Padres invita a enseñar a los hijos para que descubran el mundo y aprendan de sus propias equivocaciones. En Familia es fundamental impulsar la motivación, para que quieran pensar por cuenta propia y siempre, con actitudes positivas. LA NACION, Neiva La educación para aprender a pensar, primero fue un privilegio de la realeza y nobleza, después se convirtió en un derecho y hoy es una obligación. Mañana, que ya es hoy, será imprescindible dominarlo. Pensar, enseñar a pensar y aprender a pensar, son las tres obligaciones inteligentes de la educación familiar. Es una inversión a largo plazo, que empieza en la cuna y nunca termina. Así lo revela la Escuela de Padres ‘Mi Cumbre’, al destacar que solamente a unos pocos hijos les enseñan sus padres a pensar, aunque esté muy democratizada el resto de la educación escolar. Algunas sociedades pecan por omisión del pensamiento, que lo sustituye por la ideología del sentimiento. Pensar está íntimamente relacionado con el silencio, la soledad, el orden y la disciplina. Con ruido es casi imposible ponerse a pensar. Los que no encuentran unos momentos para retirarse del mundanal ruido, para poner en orden sus ideas, con procedimientos ya probados, difícilmente podrán encontrar la forma de reflexionar, sobre los temas o situaciones que quieren examinar. Pero hace falta un método y unos lineamientos. Entre los consejos que revela la Escuela de Padres para que en familia se tengan en cuenta se mencionan los siguientes: 1. Enseñarles a conocer mejor, a través de la voluntad, la realidad que les rodea, a evaluarla inteligentemente y ser más creativos y oportunos, para ser capaces de hacer las cosas. 2. Enseñarles a estar muy bien entrenados, en el fomento del diálogo y en el enriquecimiento del lenguaje, pues esto es exclusivo de la inteligencia humana. 3. Enseñarles a no engañarse, ni a engañar, a ser sinceros, a actuar con coherencia y de acuerdo con la verdad, sin depreciarla ni rebajarla. 4. Enseñarles a no sacrificar su libertad de pensar, por “el qué dirán” de la sociedad, pues la sociedad siempre intenta ridiculizar o aislar, a los pensadores inteligentes, bien entrenados y cultivados. 5. Enseñarles a pensar cómo encontrar oportunidades, espacios, circunstancias y períodos para reflexionar, sobre el sentido de la vida y sus relaciones con la familia, la religión y la sociedad y así, poder dar rienda suelta a su imaginación y poder descubrir, nuevos horizontes. 6. Enseñarles a pensar con estímulos, motivaciones y comentarios lógicos, para promover un clima adecuado, que favorezca sus hábitos intelectuales. 7. Enseñarles a que piensen con lógica y que estén preparados, para los resultados consecuentes, previsibles, naturales, justificados y legítimos. 8. Enseñarles a pensar en la importancia y consecuencias de sus acciones, pues mucho más que el bien-estar importa el bien-ser, aunque tengan que enfrentarse con valentía, a la dictadura de lo culturalmente correcto o políticamente incorrecto. 9. Enseñarles a que con el aprendizaje a pensar, descubrirán las artimañas que tiene la sociedad, para impedirle o dificultarle que sepa pensar, para así poder dominarle. 10. Enseñarles a que disfruten en el acto de pensar, cuando sea de forma reflexiva, para poder aprender bien, incluso planteándose problemas y buscando las soluciones. ‘Los padres deben transmitir a sus hijos, todos los buenos conocimientos, ideas, tradiciones, costumbres, prácticas, etc. que tienen en los ámbitos familiares, religiosos, políticos, sociales, profesionales, deportivos, etc’. ‘Los padres no tienen por qué exigir, que los hijos tengan las mismas ideas que ellos, pues, además de pertenecer a épocas diferentes, es muy posible que se hayan criado en ambientes muy distintos y con medios diferentes’. ‘Padres e hijos deberían tener sus momentos de soledad, para poder dedicarse a pensar, a hacer introspecciones, para encontrar los caminos que debe seguir, para alcanzar los objetivos propuestos’.