“Arrepiéntanse y crean en el Evangelio.» (Macos 1, 12-15) El tiempo de Cuaresma, es un tiempo de renovación, de penitencia y de conversión. Volvamos nuestro corazón a Dios, el ama gratuitamente Padre Elcías Trujillo Núñez Especial LA NACION “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio.» (Macos 1, 12-15) El tiempo de Cuaresma, es un tiempo de renovación, de penitencia y de conversión. Para los primeros cristianos, la proclamación de la penitencia era una “Buena Nueva”. Dios iba a perdonarles sus faltas, Dios iba a revelarles su compasión. Pero para nosotros, los modernos, este tiempo no es noticia que alegra. Si hablamos de Cuaresma, de penitencia, de sacrificio, muchos rostros se ensombrecen. Tememos por lo que nos resulta más querido: la cartera, los cigarrillos, el licor, la televisión, la buena comida… ¿Cuál puede ser la razón de este cambio entre los antiguos y los modernos cristianos? En la Iglesia antigua sólo hacían penitencia los que habían cometido grandes crímenes: los penitentes públicos. Pero el Jueves Santo, en la misa de su reconciliación, estos pecadores parecían tan felices, tan renovados, que los demás fieles sentían envidia. Nosotros pensamos demasiado en nosotros mismos, pensamos en esas renuncias, en esa cruz, en esos sacrificios, en esa confesión cuaresmal – como cosas que nos van a costar y que nos dan miedo. Pero no pensamos en Dios, que nos llama, que nos está esperando y que hará que todo se nos convierta en gozo, si volvemos hacia Él nuestro corazón. Muchos cristianos tenemos una idea imperfecta y hasta falsa de nuestra religión. Creemos que la religión consiste en lo que nosotros hacemos por Dios, en esas cosas desagradables que nos imponemos por Dios. ¡Cuántas cosas he hecho por Dios! ¡Cuántas cosas le he sacrificado! ¡A cuántas he renunciado por amor a Él! El auténtico cristiano es el que mira, ante todo, las cosas que Dios ha hecho por nosotros, las cosas grandes y maravillosas que Él ha hecho en la pobreza y pequeñez de sus servidores. Con esta actitud uno nunca se siente saciado, siempre está deseando crecer y profundizar más todavía. Es la religión del Credo, que no dice ni una sola palabra de nosotros, pero que canta todas las iniciativas de Dios para manifestarnos su amor. Somos cristianos si creemos que Dios nos ama. Dios nos ama gratuitamente. Dios es Padre y ser padre es amar primero, es tener la iniciativa en el amor. Dios nos ama antes que nosotros lo amemos. Dios no tiene necesidad de nuestros sacrificios para amarnos. Dios nos ama por su bondad, por la generosidad y fidelidad de su propio corazón. Dios nos ama tanto y gratuitamente que conseguirá despertar en nosotros, algún día, una respuesta de amor semejante al suyo. Tal respuesta de amor sería, sin duda, el fruto más hermoso y precioso de este tiempo de Cuaresma. Que sea esta Cuaresma tiempo propicio para tomar más en serio nuestro deseo de ser mejores, de ser hombres nuevos según el evangelio. Esta es la gran oportunidad para ofrecerle a Dios nuestros esfuerzos de santidad, manifestándole nuestro amor fiel y generoso de hijos. Con nuestros sacrificios y renuncias cuaresmales damos un sentido profundo al servicio de la construcción del Reino de Dios. Feliz domingo. Sugerencias al e mail elciast@hotmail.com