Palabrería del mundo frente a la Palabra de Dios

«Los fariseos y los escribas le preguntaban:  – ¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?   Él les dijo:  – Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.  Llamó otra vez a la gente y les dijo:  – Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale, eso es lo que contamina al hombre…” (Marcos 71-8.14-15.21-23).

Padre Elcías Trujillo Núñez

Siendo niño escuché a la Argentina Silvana di Lorenzo cantar: “palabras, palabras, palabras tan solo palabras, hay entre los dos” y este recuerdo me motiva la reflexión de esto domingo. Hoy encontramos una crítica fuerte de Jesús al mundo fariseo, aferrado a las tradiciones humanas de contenido cultual y de estilo puritano que no corresponden con la verdadera fe en Dios. Jesús los califica de hipócritas y confirma que su corazón está lejos de Dios, pues practican un culto exterior y de apariencias sin considerar que el culto que Dios quiere es la transformación del corazón que es donde anidan las verdaderas impurezas que destruyen al hombre: los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Es un buen catálogo de vicios, de entre los cuales es difícil que no nos toque alguno directamente. Pero si así fuere, que nadie desoiga la palabra de la verdad que quiere generar en nosotros un corazón nuevo.

Como bautizados estamos llamados a vivir las verdades de Jesús en orden a una vida auténticamente cristiana y a estar alertas ante la posibilidad de que la religiosidad se convierta en una farsa, que nos lleva a una fe inoperante. Todos estamos llamados a vivir el espíritu cristiano dentro y fuera de la comunidad bajo el signo de la autenticidad, con coherencia de criterios y un contundente rechazo a la doble vida.  Como la Palabra en la cual nosotros creemos es protagonista, creadora y salvadora de Dios, debemos saber que Ella transforma al hombre convirtiéndolo en primicia de las criaturas. La escucha activa de esta palabra de Dios revela al hombre su identidad más profunda y constituye el camino de la auténtica felicidad. Hoy, estamos llamados a vivir dos actitudes básicas: la disponibilidad para escuchar y acoger la Palabra; sobre todo, la palabra de la salvación injertada en nosotros; y la audacia para ponerla en práctica. Esta palabra, que se identifica con la ley perfecta de la libertad es el mensaje del evangelio por el que los bautizados hemos nacido a una vida nueva.

En medio de la sobreabundancia de palabras de nuestra sociedad la Palabra del Señor actualiza un nuevo valor: la escucha; y frente a la superficialidad pasajera de tanta palabrería la propuesta de tomarnos muy en serio la palabra salvífica. Poner en práctica esta palabra implica, por tanto, la ruptura con todo tipo de ambición, de ira o de maldad y requiere la integridad de una conducta que corresponda a la identidad de hijos de Dios. La Palabra bien escuchada nos lleva a contraponer la religiosidad vacía a la religiosidad auténtica, pura y sin tacha. No se puede hablar de experiencia religiosa mientras exista algún tipo de engaño o autoengaño, o se pretenda legitimar, sólo con palabras, conductas que desdicen mucho del evangelio o van contra el prójimo o contra los más necesitados, especialmente las enumeradas en el Evangelio de hoy.  Frente a una religiosidad inoperante y muerta, se presenta la religión auténtica según Dios Padre: atender a los marginados e indefensos, de los cuales eran prototipo desde el Antiguo Testamento los huérfanos y las viudas. El culto realmente agradable a Dios es el amor al prójimo. Permitamos que la luz de la Palabra, nos haga vivir en una mayor autenticidad y coherencia de vida.

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