Ni inconveniente ni injusto ni innecesario es el paro campesino, de esencia cafetero, que comenzó ayer en buena parte del país con epicentro en el Huila, el nuevo de eje de alta calidad. Ni inconveniente ni injusto ni innecesario es el paro campesino, de esencia cafetero, que comenzó ayer en buena parte del país con epicentro en el Huila, el nuevo de eje de alta calidad. Las reclamos de los miles de cultivadores del grano, sumidos hoy en la más grave de las crisis con un precio interno que no alcanza a cubrir los costos de producción, y menos a sustentar las necesidades de las familias, deben ser atendidos con el mayor rigor y la seriedad que tiene que caracterizar a cualquier gobierno antes de que se desencadenen consecuencias impensables y lamentables. Mal ha hecho el Gobierno Nacional en desestimar la protesta y no escuchar los clamores de nuestros abnegados campesinos como oportunamente se lo solicitaron el Gobernador del Huila y el bloque de congresistas de esta región, advertidos como estaban de la inquebrantable decisión de salir a las carreteras en masa. Este movimiento de protesta, pacífico como son los cafeteros pero recios y duros en exigir lo que en justicia les corresponde, debe ser de aquellas crisis que se convierten en inmejorables oportunidades para tomar decisiones de alta política, de largo aliento y plazos duraderos que permitan resolver, de una vez por todas, aquellas dolencias que han afectado al sector productivo más emblemático del país ante el mundo. A Colombia se le conoce en el planeta, positivamente, como la Nación cafetera, no como minera ni petrolera y es a eso a lo que debemos corresponder protegiendo, cobijando, apoyando y aportando al sostenimiento de un sector que brinda empleo a más de 600 mil familias, esto es mal contadas las cifras unas 3 millones de personas. Y lo que ha estado pasando con el café es sintomático de un país subdesarrollado que entrega su materia prima para que otros, en naciones desarrolladas, se queden con el grueso de las ganancias. Una libra de café vendida en puertos colombianos termina generando, entre los intermediarios hasta el tinto que se sirve en un café de Londres o de Barcelona, una rentabilidad de más de 10 veces su precio inicial. Es decir que a ese campesino que hoy está en las carreteras a sol y agua pidiendo apenas lo mínimo, solo le queda menos del 10 por ciento; enormes multinacionales son las favorecidas en masa con el trabajo, artesanal y resignado, de nuestros cultivadores. Por supuesto que no se puede desconocer el esfuerzo presupuestal que ha hecho el Gobierno Nacional, resaltado ayer por el presidente Santos al tratar de contener la protesta: se han entregado, en lo corrido de su administración, cerca de 1 billón de pesos en ayudas directas, pero el trasfondo del asunto es lo que el mismo Presidente anunció, y es la posibilidad de hacer reformas a la institucionalidad. Grande es la responsabilidad de la Federación de Cafeteros en esta crisis, y es oportuna una profunda revisión a esa estructura. Solo resta esperar sensatez, tolerancia y respeto de parte y parte en la protesta, y un pronto acuerdo. De lo contrario, el paro va para largo, como lo anunciaron los campesinos huilenses, curtidos en la lucha por sus reivindicaciones. “Solo resta esperar sensatez, tolerancia y respeto de parte y parte en la protesta, y un pronto acuerdo. De lo contrario, el paro va para largo”. Editorialito El Huila perdió a otro gran dirigente cooperativista: Darío Valderrama Toledo quien falleció de un paro cardiaco. Fue un líder natural, formado en la lucha y uno de los adalides del movimiento solidario opita. A sus familiares nuestras sinceras condolencias.