Cínico y manipulador. Actuaba con crueldad y sevicia. No sentía culpa ni remordimiento. Si tuviera que volver a hacerlo, no lo dudaría ni un segundo. Es conocido como “la bestia”.
“Se necesitan más Pegasus – De Frente al 2026”, señala sin sonrojarse el expresidente Uribe en sus redes sociales. Su nivel de degradación política es demasiado alto. Con toda la tranquilidad amenaza medio país con repetir la dosis de crueldad y violencia de su gobierno, y a muy pocos parece importarle. Una lección que costó sangre, vidas, persecución, desplazamiento se ha olvidado demasiado pronto.
Que sea Uribe el que proponga más Pegasus para Colombia, con el propósito de “derrotar la delincuencia” y “que se usen bajo responsabilidad del Estado Colombiano”, amerita no solo una reflexión profunda, sino que debe generar miedo, pavor y pánico.
Uribe, en su gobierno, llamaba delincuentes a los políticos opositores, así como a periodistas, magistrados de altas cortes, defensores de derechos humanos y líderes sociales en general. Todos eran señalados por Uribe de ser guerrilleros, terroristas de civil, cómplices del terrorismo, etcétera.
Que Uribe pida muchos más programas espías como “pegasus”, que es considerado en la actualidad un arma letal, y prohibido incluso por los Estados Unidos por el peligro que representa para la seguridad nacional y los derechos humanos, deja entrever que a Uribe no le importa nada, está ofendido y que viene con todo a pasar cuentas de cobro.
Uribe está muy lejos de reconocer los horrores de su gobierno. Ahora, tiene más odio, más rabia, no se arrepiente de nada y va a influir para que el próximo presidente, si es de su camada, repita todas las atrocidades de su gobierno.
Estamos avisados. Vuelve la época del terror, donde el Estado es utilizado para delinquir, chuzar, desplazar, perseguir y matar. De la bestia conocíamos su nivel de maldad, sabíamos de qué era capaz y hasta dónde podía llegar. De Uribe no conocemos límites, no sabemos hasta dónde está dispuesto a llegar por cobrar cuentas y hacer su voluntad.