Pelea ajena

No podemos ser ajenos a la grave crisis que, hora tras hora, se acrecienta en Venezuela como producto del estrecho resultado con el cual – según las autoridades electorales – el ex canciller Nicolás Maduro, primero elegido a dedo por el fallecido presidente Hugo Chávez y luego electo por una pírrica mayoría, se alzó con la continuidad del poder por seis años más. No podemos ser ajenos a la grave crisis que, hora tras hora, se acrecienta en Venezuela como producto del estrecho resultado con el cual – según las autoridades electorales – el ex canciller Nicolás Maduro, primero elegido a dedo por el fallecido presidente Hugo Chávez y luego electo por una pírrica mayoría, se alzó con la continuidad del poder por seis años más. Elegido, en estricto sentido gramatical, no es sinónimo de electo y es ahí justamente donde el sentido democrático empezó a resquebrajarse en el vecino país, puesto que la decisión in extremis del moribundo Chávez creó un sucesor a su imagen y semejanza para perpetuidad del socialismo del siglo XXI, cerrando cualquier posibilidad de oposición o renovación necesaria luego de casi década y media de estar en el poder. Lo que pase en Venezuela, más que en épocas pasadas, toca sensiblemente a Colombia por obra y gracia tanto de la vecindad estrecha como de la influencia que, a voluntad, hemos permitido que ejerzan desde allá sus gobernantes, especialmente desde cuando el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez le entregó enormes facultades a su homólogo Hugo Chávez para intermediar en actuaciones humanitarias frente a las Farc. Y luego el actual mandatario Juan Manuel Santos declaró como su nuevo mejor amigo al mismo Chávez a quien, poco antes, declaraba como el peor enemigo del país. Y en medio de ello, por supuesto, el papel de una guerrilla como las Farc que encontró al otro lado del río Arauca el mejor escampadero. El resultado electoral, cuestionado y con serias dudas frente a su transparencia sin que ello haya impedido la proclamación de Maduro, sigue gravitando en el enrarecido panorama de los vecinos en tanto el mundo occidental – y de otras latitudes petroleras – observa sin mayor margen de maniobra para impedir que los cauces democráticos se conviertan en avalancha de conflicto interno de proporciones indeseables. En ese entorno, pareciera apresurada la declaración del Gobierno colombiano no solo de reconocer el triunfo de Maduro – asunto en el cual los gobiernos extranjeros no debieran inmiscuirse ni en ese ni en ningún otro escenario electoral ajeno – sino también de enviarle un mensaje a la oposición para que respetase los resultados considerando que se trata de datos emitidos por los órganos constitucionales. La norma general de diplomacia debiera ser la de dejar que las aguas donde el vecino se calmen antes de ir a golpearle la puerta y tomar partido por uno u otro contendor, cuando justamente la disputa aún no ha terminado. Con independencia de cuál nos resulte más favorable a los colombianos, si Maduro o Capriles, esa pelea no es nuestra. “Con independencia de cuál nos resulte más favorable a los colombianos, si Maduro o Capriles, esa pelea no es nuestra”. editoralito A la edad de 76 años falleció ayer en Neiva la señora  María Cristina Rodríguez, una destacada dama voluntaria. A sus hijos, Yael Garaviño, Ariari, Ederlé, Martha Patricia, Gonzalo Hernando y demás familiares, nuestras sentidas condolencias.