La actitud de la gente hoy en día es bastante reacia al cambio y la evolución social. Sobre todo, y aunque sea cruel y despectivo decirlo, de aquellos que cuentan con menos recursos y una casi obsoleta educación, al querer transformar su pensamiento y su condición de vida.
También hay que decir que es por falta de diligencia del mismo Estado. La gente del común vemos a los gobiernos Nacional y Regionales tan distantes y desinteresados (como muchas veces lo son) que simplemente ya no nos sentimos legítimamente vinculados a las actividades que propugnen un desarrollo y un cambio social.
Este fin de semana fui testigo de ello. Entre los días viernes y sábado se realizaron dos actividades bien interesantes a favor de la comunidad. La percepción que me quedó de ambas es ambigua, por no agotar la sintaxis explicándolo.
El jueves y viernes la Fiscalía General de la Nación, representada obviamente por las locales de Neiva, junto con miembros de la SIJIN y el C.T.I., con el apoyo de la Universidad Surcolombiana, llevamos a cabo una jornada ampliada de conciliación que buscaba atender las acciones querellables que cursan tránsito en esas dependencias. Reparaciones e indemnizaciones por hurtos simples y agresiones, solución en conflictos de convivencia, o acuerdos de pago de diferente naturaleza, fueron el tema de la jornada. La poca gente que asistió, de la mucha que fue convocada, estaba más asustada que enterada del objeto del encuentro. Y es normal, el sistema judicial colombiano ha encasillado todo el procedimiento al simple acto de la denuncia y la demanda. Mas la gente lo ha entendido así, y por eso se congestionan los juzgados y las fiscalías con acciones que buscan el pago, por ejemplo, en uno de los casos que atendí, de la indemnización por parte de un habitante de la calle hacia un sacerdote, a quien le había robado una manguera, que finalmente ya le había devuelto la policía.
Definitivamente la intención era buena, aunque lastimosamente el resultado pudo haber sido mucho más positivo. Si en Colombia la cultura leguleya pasara a ser transformada por un sistema más práctico y eficaz, pues muy seguramente pasarían a atenderse con mayor tenacidad y ahínco los casos con un trasfondo social mucho más importante, mientras que aquellas situaciones que pudieran ser manejables dentro de un entorno diferente, más sumario, pues entonces así se harían. Aunque para esto sería necesario un cambio en la legislación, pero más aún, un cambio en la cultura de la gente.
Lo que me da paso a mi segunda situación. El día sábado de igual manera, atendimos por parte de la Universidad, una jornada de consultoría en la Cámara de Comercio, para que los usuarios pudieran acercarse a preguntar sobre diferentes situaciones jurídicas de las que pudieran estar siendo objeto. Ese sí que fue un ejercicio más enriquecedor. En jornadas como esas, cuando se le puede brindar una asesoría directa a la persona, que muchas veces solamente necesita ser escuchada y aconsejada por una persona dispuesta, más que asesorada por un abogado, pues se da cuenta uno de lo importante que es el servicio, y que la gente que como manifesté arriba, lastimosamente no cuenta ni con el soporte económico, ni con la educación necesaria, también puede ser un factor importante del cambio, amén de que con acompañamiento, dialogo e iniciativa del Estado, todos podemos entender y buscar el progreso. Pero lastimosamente como ocurre casi siempre, toda la carga se la dejamos a las instituciones, cuando de manera comunal, también se pueden ir generando cambios. Todo es posible solo con irle modificando el chip a la gente, o sino, pregúntenle a los Alemanes, a propósito de los 25 años de la caída del muro de Berlín.