Fernando lleva tres años estudiando ingeniería de petróleos en la Universidad Surcolombiana, ya ha dejado atrás esas materias tan cercanas a todas las ingenierías, y es el turno de ver algo más acorde a lo que él esperaba como mecánica de fluidos o ingeniería de yacimientos.
Y entre tantas ocupaciones que demanda su carrera, no puede evitar pensar en una cosa: La crisis que vive el sector petrolero, y que parece no acabar pronto.
Cuando entró a petróleos, nunca se hubiera imaginado que al poco tiempo, la carrera que escogió como base de un proyecto y un sustento de vida, estaría en grave peligro. Y ¿cómo lo iría a creer? si le costó un esfuerzo inmenso ser estudiante para empezar, con unos resultados del ICFES más que sobresalientes.
Tal vez-de manera introspectiva- me equivoqué de carrera, habrá pensando alguna vez Fernando, y es que como pasa con muchos jóvenes recién egresados del Colegio, las opciones académicas están en un alto porcentaje, relacionadas con la remuneración que obtendrán con el ejercicio de la misma, en este caso, Ingeniería de petróleos ofrecía una vida de esfuerzo y sacrificio, con días de arduo trabajo seguidos de otros de pleno descanso; y claro que sí, remuneraciones en dinero nada despreciables.
Ya a mitad de carrera-no lo niega- soñaba algún día con trabajar en el medio oriente, pertenecer a uno de los grandes emporios petroleros que existen, y darse una buena vida, cuando el tiempo y las circunstancias, así lo permitieran.
La vida era buena, y el negocio del petróleo florecía, era como el efecto “midas”, en donde fuera que existiera una exploración petrolera, la gente prosperaba, desde el Company man, hasta la señora de los tintos, todos llegaban a ganar más de lo que cualquier persona del común podría llegar a ganar, incluso con cargos o funciones equivalentes.
Y como el dinero abundaba, las bonificaciones no se hacían esperar, llegó la hora de gastar y muchos fueron testigos de cómo la plata que producía el “oro negro” se convertía en lujosos carros, ropa, viajes y sobre todo, bienes raíces. Algunas especulaciones apuntan a que la burbuja inmobiliaria fue causada por la alta demanda del sector petrolero, y sobre todo, porque poco o nada les importaban los precios altos.
Todo eso sucedía cuando el barril llegaba a picos de hasta 140 dólares, y el crudo emergía de la tierra en abundancia. Era la época en que tanto las empresas Nacionales como multinacionales, extasiadas, no hallaban la hora de iniciar otra exploración, sin importar los costos, al final de cuentas, era oro lo que extraían.
Hoy todo cambió, la cotización del barril descendió más de 100 dólares, grandes referentes de la exploración de hidrocarburos quebraron, las exploraciones cesaron y la crisis va de mal en peor.
He ahí la preocupación valida de Fernando, algunos profesores tratan de minimizar esta situación explicándoles a sus estudiantes cómo las crisis no han sido ajenas al sector petrolero y cómo de ellas han salido fortalecidos. Desde 1973, hasta el 79 y de ahí en adelante cada tanto, el infortunio tocaba la puerta sin que pasara a mayores.
Ayer eran los Árabes que se daban el lujo de abofetear al mundo industrializado cuando se negaban a venderles petróleo, hoy lo hace quien fuera el mayor importador de Crudo del planeta y a su vez quien lideraba la batuta en el alza de precios, Estados Unidos. Cuando el gigante ya tiene como alimentar sus necesidades de combustible fósil desde casa. Sus antiguos proveedores se ven entre sí, y no tienen otra opción más que ofrecer sus barriles a precios por debajo de lo que podría costar un barril de leche.
Duradera o no, la crisis petrolera deja entrever el futuro de las energías no renovables, o cualquier otro bien o servicio que pueda ser reemplazable por factores tecnológicos y ambientales. Tal vez la promoción de Fernando salga avante, se gradúen y sean unos grandes profesionales, la crisis sea conjurada entre otras cosas porque petróleo todavía hay y su extracción sigue siendo rentable para algunos expertos incluso, habrá petróleo para rato; el problema es que tal vez con el tiempo y a medida que energías como la solar o la eólica se masifiquen y su costo de producción disminuya, la carrera de ingeniería de petróleos y los cursos técnicos y toda la oferta académica que se ofrece alrededor de la industria termine en el olvido.