La Nación
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Placer y Cuerpo. Por Julián Vanegas

Es indudable que los seres humanos debemos ser más creativos a la hora de encontrar momentos de felicidad y placer. Lo primero en este propósito es alejarnos de las lógicas ya criticadas al capitalismo y al consumismo, según las cuales la felicidad tiene una relación directa con el poder adquisitivo. Además para poder ir más allá, para colocar el ser y el saber por encima del tener, es necesario replantear algunas concepciones erróneas que nos han quedado como herencia de la época medieval y de algunos filósofos griegos. Una de esas concepciones que urge resignificar es la que tiene que ver con el placer. Dimensión humana “caída en desgracia” en razón a ciertos planteamientos filosóficos y religiosos; durante mucho tiempo el placer y las experiencias que el mismo cuerpo podía tener fueron devaluadas, según Platón los sentidos corporales son fuente de erros y extravío y alejaban el alma de su propósito de la búsqueda de la verdad. Luego  los grandes padres de la iglesia cristiana retoman algunos de estos elementos y fundan sus principios en el temor al castigo divino por ceder a las tentaciones del cuerpo el cual corrompo el alma. Así pues, el cuerpo termina “crucificado” por el oscurantismo; de tal forma que aún hoy a nuestros niños y niñas les enseñamos a tener temor y vergüenza a su propio cuerpo, luego en la adolescencia nos hacen “educación sexual” basada en el mismo rechazo, que nos lleva a unos encuentros sexuales con un cuerpo sin ser asumido, desconocido y negado como fuente de placer. Afortunadamente el filósofo Michel Onfray, quien se autodeclara como un materialista hedonista, inspirado en filósofos como Deleuze y Foucault, muestra en qué consiste el olvido del cuerpo en la filosofía, de qué manera se ocultaba la carne cuando todos los pensamientos son simple producto de un cuerpo en interacción con lo real, los otros, el mundo. Para Onfray “la tarea de la filosofía hoy en día consiste justamente en pensar a partir de esta posición: ¿cómo fabricar una subjetividad post-moderna? ¿Qué ética? ¿Qué valores? ¿Qué moral? ¿Qué intersubjetividad? ¿Cómo superar el cristianismo y volver a situar al cuerpo en el centro de toda intersubjetividad?” y recuerda la fórmula de Chamfort, que proporciona el imperativo categórico hedonista: “Goza y haz gozar, sin hacer daño ni a ti ni a nadie, he aquí toda moral”. Pues gozar no es problemático; pero hacer gozar, y sin sufrir ni hacer sufrir, este es el desafío. De esta manera es importante pensar bajo unas concepciones modernas y postcristianas el valor del cuerpo y darle una nueva oportunidad como fuente de placer vital, desprovista de temores, concepciones pecaminosas, vergüenza, apostarle a la felicidad por esta vía y acercarnos a la propuesta del filósofo Onfray. *Docente Usco- Grupo Crecer.